2016-05-14

Cañón del Colca: WOW!!! - Arequipa, Peru

Arequipa, Peru

(Post escrito por Sabri, con algunos fragmentos del texto de Agus publicado en el "Semanario de Acá")

Arequipa y Cañón del Colca: del 28 de marzo al 06 de abril

Allá por febrero del 2016, antes de salir de casa, ya sabíamos que a Perú íbamos a tener que destinarle varios días, porque teníamos la certeza que, además del Machu Picchu, teníamos una parada obligada por el Cañón del Colca, cerca de Arequipa.

Así que decidimos tomar un bus desde Lima hasta Arequipa, un viajecito nocturno (para ahorrar una noche de alojamiento) de unas 18 horitas!

Arequipa es la segunda ciudad más poblada del Perú, con más de 800 mil habitantes (recordemos que Lima tiene más de 8 millones!), y también está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Ni bien llegamos a la ciudad, la verdad es que nos impresionó, puntualmente la zona que rodea la hermosa Plaza de Armas. Aunque a veces choque ver la cantidad de iglesias y el lujo que tienen (recordemos que la "evangelización de las Américas" no fue otra cosa más que una excusa para someter y/o matar a millones de personas y tomar posesión de sus riquezas), hay que decir que su arquitectura y decoración muchas veces también es hermosa. No sé si alguien habrá contado alguna vez la cantidad de iglesias en Arequipa, pero simplemente mirando el mapa de la zona turística (alrededor de la Plaza de Armas), cuento más de 10 en menos de 10 manzanas!

La Catedral de Arequipa no solamente es absolutamente imponente, siendo sin dudas una de las iglesias más bellas que hemos visto, sino que además tiene un marco natural igual de imponente: en los días despejados, se puede ver claramente por detrás de la Catedral, como cuidando a la ciudad, al Misti (5825 msnm) y al Pichu Pichu (5664 msnm) con sus cumbres de nieves eternas.

Al igual que en Lima, la comida aquí también es un atractivo fundamental: en cualquier lado se puede comer MUY bien, y MUY barato. Para darles una idea a quienes no hayan tenido la oportunidad de degustar y disfrutar de la comida arequipeña, en un restaurant típico (no turístico), el menú que incluye entrada (generalmente algún caldo o sopa), plato principal (alguna carne con ensalada, papas, verduras y el infaltable arroz), postre y bebida, se consigue a partir de 5 soles, unos 20 pesos argentinos!

En Arequipa también nos sucedió una de esas cosas totalmente inesperadas… Una tarde, paseando por Arequipa, pasamos por una plaza al pie de (obviamente) una iglesia, y vimos a dos chicas tomando mate. Suponiendo que eran argentinas o uruguayas, las saludamos y nos quedamos un ratito charlando y tomando unos mates con ellas.

No sé si les habrá pasado, pero nosotros a veces, estando de viaje, en el apuro de la conversación decimos simplemente que somos “de Buenos Aires”, y del mismo modo las chicas dijeron simplemente que eran “de La Plata”. Resulta que ni una cosa ni la otra era del todo exactas: Agus nunca sabe decir de dónde es (nacido en Francia, siete años en Brasil, mejores recuerdos de la infancia en Urdampilleta y unos 20 años viviendo en Capital); Sabri, de Capitán Sarmiento; Marisol, una de las chicas, es de Rauch; y la otra de Pirovano! Resulta que después de estar charlando un rato largo, Agustina Martín, fonoaudióloga pirovanense que vive en La Plata, me reconoce, ya que pese a que hacía muchos años que no nos veíamos, tenemos muchos amigos en común y hemos compartido varios momentos y salidas de más jóvenes…

Después de las carcajadas y de no poder creer no habernos reconocido, nos quedamos charlando un rato más, y a la noche nos volvimos a encontrar los cuatro para tomar una cervecita y comer una pizza. Pasamos un muy lindo momento juntos, que luego se repetiría en Cusco.

Al día siguiente de ese hermoso encuentro, partimos hacia Cabanaconde, pueblito desde donde nosotros decidimos empezar un trekking de varios días por el tan ansiado Cañón del Colca.

Seis horas son las que separan a Arequipa de Cabanaconde, ubicado a unos 3200 msnm. Ya en el camino se puede empezar a apreciar el Cañón y todo el paisaje que lo rodea, convirtiéndolo en algo único!

Hacer base en Cabanaconde fue una acertada sugerencia que nos dio nuestro amigo Lele, a quien le estamos sumamente agradecidos. Hace unos años, Lele estuvo viviendo y trabajando allí. Agus había escuchado algunas de sus anécdotas y, sobre todo, visto algunas fotos que lo habían impactado, así que desde el momento en que decidimos ir a Perú, tuvimos la certeza que de algún modo íbamos a tener que ir a conocer ese lugar.

El Cañón del Colca es, según la fuente que se consulte, uno de los 3 cañones más profundos del mundo, llegando a alcanzar más de 4000 metros de profundidad. En los alrededores hay montañas de más de 6000 metros de altura, y el paisaje está lleno de andenes de cultivo, llamas, alpacas y hasta cóndores. Y claro, allá abajo, muy abajo, está el río Colca, surcando laderas que parecen no tener fin y que albergan algunos pueblitos de, quizás, un centenar de habitantes…

El primer día en Cabanaconde, fuimos a conocer el mirador más famoso de la zona, el “Mirador Cruz del Cóndor”, a unos 30 minutos en bus desde el pueblo. El mirador nos gustó, pero además de estar repletísimo de gente, en realidad no es nada que uno no vaya a ver si se va a animar a hacer algún trekking en la zona.

Igualmente, ese pequeño trayecto en bus ya fue interesante: el bus se llenó hasta no dar más, entre los locales que iban al mirador a trabajar, los que iban a trabajar a otras zonas, y el puñado de turistas que allí estábamos. Algo muy lindo de ver es la sonrisa de la gente, principalmente de las mujeres: pueden estar subiendo a un bus repleto, con bolsas o cajas con kilos y kilos de cosas para vender, un bebé atado en la espalda como aquí saben atarlos… pero siempre con una sonrisa, quizás una extensión de sus hermosas polleras y coloridos sombreros.

Volvimos caminando al pueblo por un camino “alternativo” a la ruta, lo cual nos llevó unas 2.30hs y empezó a cargar de kms y cansancio a nuestras (hay que admitirlo) desentrenadas piernas. Al día siguiente, dejamos algo de equipo en el hostal y empezamos con el primero de (supuestamente) cuatro días de trekking.

Después de unas 5hs de dolorosa bajada (las subidas cansan, pero las bajadas duelen), llegamos a Llahuar, un pueblito compuesto por 2 hostales… y nada más. El que fuimos, de la simpatiquísima Yola, tenía acceso a 4 piletas de agua termal natural, que ella misma había construido con su esposo a orillas del Colca. No creo que podamos explicar en palabras el placer que sentimos luego de una ardua caminata al rayo del sol, cuando nos relajamos en las aguas termales, mirando al río y al cañón desde abajo mientras nos llovía suavemente… Digamos simplemente que nos quedamos un día más en Llahuar, haciendo nada más que disfrutar!

Sabri y sus piernitas hicieron que al tercer día sigamos cambiando los planes. Para la suerte de los pobladores del Colca y de Sabri, desde noviembre funciona un bus, que pasa por casi todos los pueblitos. Así que decidimos hacer un mix de bus y caminata hasta llegar a Tapay, un hermoso pueblito de 108 habitantes a unos 3000msnm, adonde nos recibieron Maruja y su esposo Godofredo, quienes aprovecharon que fuimos sus únicos huéspedes de ese día para contarnos casi toda su vida…Hubo un cruce de miradas y una conexión muy fuerte con estas dos personitas. El pueblito y su gente nos enamoraron, y realmente lamentamos no haber podido quedarnos más tiempo!

Pasamos unos 6 días en total en el Cañón, y la verdad es que siento que nos quedamos cortísimos. El lugar está bendecido por la naturaleza, su gente es sonriente y amable, la comida es sensacional (el bife de alpaca con pan de humita que comimos en lo de Maruja, en Tapay, fue una cosa de locos), y las posibilidades y opciones de cosas para hacer son casi que incontables.

No creo que haga falta que digamos que quedamos fascinados! Algo similar nos pasó en Ecuador, en el Parque Nacional Cajas, en Cuenca. Ya son dos en la lista de los “infaltables a volver”…

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