2016-07-27



Hacer una buena película es una tarea bastante complicada, pero considero que aún lo es más conseguir sacar adelante una continuación que merezca la pena. Hay géneros especialmente poco amigos de ello como el terror -aunque hace poco ya os hice un repaso a trece de este tipo de secuelas que como mínimo merecen una oportunidad- o la comedia, mientras que otros como la aventura o la acción se prestan mucho más a ello.

En el caso de ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ he de reconocer que me quedé con ganas de más, por lo que tenía esperanzas en que ‘Zipi y Zape y la isla del capitán’ fuera otro buen entretenimiento familiar sin caer en la tentación de limitarse a ser más de lo mismo. Este último problema ha logrado esquivarlo apostando por una aventura con raíces más literarias, pero ha sido insuficiente para evitar un regreso inferior y un tanto irregular que, pese a todo, acaba siendo bastante digno.

Un paso atrás



Uno de los grandes problemas de que tus protagonistas siempre tengan que ser niños es que te obliga a cambiar de actores cada muy poco tiempo. De hecho, Raúl Rivas y Daniel Cerezo tan sólo pudieron dar vida en una ocasión a Zipi y Zape, siendo reemplazados en ‘Zipi y Zape y la isla del capitán’ por Teo Planell y Toni Gómez. Pensaba que iba a notar más el cambio, pero lo cierto es que los responsables del casting han realizado un gran trabajo y apenas te enteras, ya que ambos encajan muy bien en sus respectivos personajes.

Sospecho que parte de ello se debe a que dentro de lo posible sí que se ha apostado por la mayor continuidad posible, de ahí que Oskar Santos repita tras las cámaras y escribiendo el guion junto a Jorge Lara. La gran clave era saber mantener el encanto de la primera entrega para luego ir en otra dirección igualmente válida para conquistar a los más pequeños de la casa. En ‘El club de la canica’ el referente claro era ‘Los Goonies’, mientras que aquí se opta por inspirarse en varias novelas tipo ‘La isla del tesoro’ o ’20.000 leguas de viaje submarino’.



Esa es la base para que los responsables de ‘Zipi y Zape y la isla del capitán’ hayan optado por una aventura más ambiciosa en todos los frentes, desde lo puramente argumental hasta lo visual, donde se notan los esfuerzos realizados para que todo luzca por encima de la primera entrega cuando para ello han contado con un presupuesto similar. Eso se percibe ya desde la gamberrada inicial, pero sobre todo cuando la acción se precipita en la isla del título.

Sobre el papel, es una iniciativa loable, pero una cosa son las intenciones y otra muy distinta los resultados. Aquí, por desgracia, lo segundo se queda muy lejos de lo primero, en parte por caer en el mismo error que el reciente y ridículo regreso de Tarzán, es decir, sobrecargarlo todo esperando que así funcione mejor. Al menos, es cierto, que todo va encaminado en la misma dirección en lugar de ir dando palos de ciego, pero nunca llega a conseguir un tono uniforme, cosa que sí sucedía en la primera entrega.

Los desequilibrios de ’Zipi y Zape y la isla del capitán’

Aquí no me cabe duda que parte del problema es la imposibilidad de integrar ciertos excesos dentro del relato, buena parte de ellos claramente orientados a conquistar a los chavales mediante la introducción de ciertas criaturas o determinados golpes de efecto. Con ellos no dudo que puedan llegar a funcionar -aunque tampoco apostaría mucho a ello-, pero la película sufre más de la cuenta por ello para un adulto que simplemente busque entretenerse hasta cierto punto mientras sus hijos son los que realmente disfrutan.

A mi entender, ‘La isla del capitán’ realmente sería una aventura mucho más disfrutable a poco que se centrase en lugar de tomar prestadas ideas de aquí y allá sin terminar de saber cómo encajarlas bien. El gran responsable de esto es el guion de Santos y Lara por no saber poner el freno a tiempo, provocando que durante ciertas fases del metraje llegase a desconectar de lo que sucedía, algo que jamás me sucedió con ‘El club de la canica’. Aquí la decepción fue bastante mayor a la que tuve recientemente con el regreso de Dory.

Por su parte, el reparto infantil es competente, aunque en líneas generales se queda un pasito por detrás del nivel exhibido en la primera entrega, aunque a cambio tenemos a una maravillosa Elena Anaya que disfruta como nunca haciendo de niña grande, contagiando su entusiasmo al público. De hecho, ilumina por completo la pantalla siempre que hace acto de presencia, incluso cuando esos errores que mencionaba más atrás dan pie a situaciones algo absurdas en el sentido negativo de la palabra.

Más allá de todo eso, nos queda una película con un buen mensaje que no termina de saber cómo desarrollarlo para que no quede un poquito forzado, llegando incluso a coquetear con temas un tanto inusuales en una producción de estas características. Además, el cuidado diseño de producción también se ve afectado en parte por esos desequilibrios del guion, haciendo que luzca algo por debajo de su nivel real, pero la clave es que simplemente ese toque mágico sólo surge a cuentagotas.

En definitiva, ‘Zipi y Zape y la isla del capitán’ es una aventura aceptable pese a no llegar al nivel de su predecesora, en parte porque su mayor ambición se traduce en una película mucho más desequilibrada, que brillan con gran intensidad de forma puntual, pero que en otros momentos cae incluso por debajo de lo mediocre. Con todo, no es una mala opción si tienes que acercarte este próximo fin de semana a tu cine más cercano por la insistencia de tus hijos.

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La noticia

'Zipi y Zape y la isla del capitán', más ambiciosa pero peor

fue publicada originalmente en

Blog de cine

por
Mikel Zorrilla

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