2014-04-07



Una de las señales inequívocas que indica la excelencia de un producto suele ser aquello que el sociólogo Pierre Bourdieu llamaba la Distinción; esto es, el criterio y las bases sociales del gusto o la adquisición de cultura selecta. El saber ocupa tiempo, ocupa espacio y, desde luego, requiere entrenamiento en aras de la discriminación. Si además existe predisposición, el resultado de tanto esfuerzo y cultivo jamás será en vano.

Un vistazo al último disco de la artista noruega Torun Eriksen desvela una suerte de clase en la elección de canciones que llevar a su repertorio. Salen de su acervo personal, de su biografía sonora, de sus días de oyente aficionada y cantante profesional. La nómina podría afinarse aún más si cabe, pero entonces desaparecería la marca exclusiva, aquello que lahace especial e intransferible. Veamos. Entre las diez historias que se nos cuentan en Visits aparecen piezas de JamesTaylor, Randy Newman, David Gilmour, Paul Simon, Tom Waits, Prince, D’Angelo, Sal Bernardi (vía Rickie Lee Jones), Jimmy Webb (vía Glen Campbell) y Chris Martin. En esta última opción, el cantante de Coldplay podría haber caído del repertorio en favor de los Radiohead de Thom Yorke, o seguir la acertada moda de escoger alguna melancolía de Nick Drake, bizarría de Bjork o clasicismo de Joni Mitchell. Aun así, la selección de su cuarto trabajo para Jazzland ya dice mucho de la altura emocional y artística de la protagonista de esta interesante sorpresa. Pero nada tendría verdadero sentido si no fuera porque Eriksen construye un entramado de atmósferas en absoluto perecederas. No estamos ante la  cantante de jazz tradicional, pero tampoco frente a la cantante de pop a secas.



Ella es un híbrido bien engrasado que justifica la potencia de la mezcolanza, el valor del cruce, la riqueza del mestizaje, hasta el punto de no echar demasiado de menos la fuente original de la que se nutre la lista de escogidos. Se ha dicho, por ejemplo, que Wichita Lineman es la primera canción country metafísica, pero el juicio se queda corto cuando se penetra en las entrañas de la composición de Jimmy Webb de la mano de Eriksen. Ayuda la presencia del piano fantasmal de David Wallumrød, quien lleva con la cantante desde sus inicios. Las versiones previas de Tony Joe White o Cassandra Wilson –por poner ejemplos dispares soportando la comparación y no palidecen, pero que esta última les hable de tú a tú ya dice mucho de la altura de la cantante nórdica.

Otra de las sorpresas es la faceta negra (que no soul) de Eriksen al seleccionar y atacar con firmeza y buenas artes el Sign O’the Times de Prince y el Spanish Joint de D’Angelo, tan cercanos por cierto el uno del otro. En fin, buenas atmósferas, acierto en la lista de inspiraciones y resultado ciertamente distinguido. Así da gusto. Aquí se rompe aquel ridículo tópico de que hay quienes las prefieren morenas pero se casan con las rubias.

Enrique Turpin © Cuadernos de Jazz, marzo - 2014



TORUN ERIKSEN: Voice

DAVID WALLUMRØD: Keyboards, Grand Piano

AUDUN ERLIEN: El bass

OLA HULTGREN: Drums

01. Beat Angles 

02. Wichita Lineman 

03. Downtown Train 

04. Fix You 

05. Sign O' Times 

06. You Can Close Your Eyes 

07. Feel Like Home 

08. Spanish Joint 

09. Wish You Were Here 

10. American Tune

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