Que Tomasz Stanko le hubiese llamado para ocupar en dos de sus formaciones (cuarteto y quinteto) el asiento del piano después de haberle escuchado como su propio telonero, podría ser carta de presentación suficiente del finés Alexi Tuomarila, pero me gustaría recomendar la lectura del artículo de Jesús Gonzalo (Panorama: Alexi Tuomarila) publicado en Cuadernos de Jazz para una correcta ubicación del músico y su trayectoria. Al margen de sus aventuras con el trompetista polaco, Seven Hills es el segundo registro discográfico de Toumarila al frente de su trío tras Constellation (Jazzwise, 2005). Como él mismo ha reconocido en una entrevista no tenía una planificación concreta del álbum. Al parecer la única premisa era grabar en el estudio de Fernandes. De hecho la participación del guitarrista en dos temas fue una sorpresa para éste, quien no había recibido las partituras para prepararlos previamente, circunstancia que el oyente no sospechará ni por asomo al disfrutar del gran talento del portugués.
Seguramente haber grabado en ECM (una posibilidad cierta teniendo en cuenta su colaboración con Stanko y que el bajista de su trío es un habitual de la casa alemana tras haber acompañando a músicos como Tord Gustavsen) reportaría a Tuomarila mayor visibilidad en el cosmos de las novedades discográficas, pero la aventura lisboeta sin duda ha marcado, de forma muy positiva, la factura y el contenido de esta segunda entrega en formato de trío, sin que por ello el resultado se aleje del que podría ser un disco ECM, pero bastante del que podría haber firmado, por ejemplo, el mencionado Tord Gustavsen. Baste escuchar Visitor Q, con esa línea melódica enrevesada (pensemos en un cruce entre Monk, el primer Ornette Coleman y Herbie Nichols) o la exquisita intervención de Fernandes en Ceremony para ahuyentar los “fantasmas” de la laxitud nórdica con la que habitualmente se asocia a la discográfica.
Tuomarila no es un pianista contenido sino más bien tendente a un barroquismo para el que le habilita su portentosa mano derecha y un sentido del fraseo incisivo y genuinamente rítmico. Abundan más en sus desarrollos las líneas saturadas, los problemas de difícil resolución pero airosamente resueltos, que el espacio y la contemplación, aunque en introducciones y baladas como Cyan puede camuflarse en retóricas sosegadas y austeras al estilo de Alan Pasqua, por poner un ejemplo, y liberar al espíritu de las nieves. La composición de los temas se reparte a partes iguales entre líder y baterista, y, aunque esa circunstancia pudiese derivar en un repertorio heterogéneo o cuando menos bicéfalo, no es el caso: Seven Hills se escucha de cabo a rabo con una placentera sensación de empaste temático y, paradójicamente, premeditación conceptual… justo lo contrario de lo que podría esperarse de la inexistente hoja de ruta del trío al pisar la ciudad de las siete colinas, la ciudad en la que los fados mueren a orillas del Tajo para resucitar en el discurso salino del Atlántico.
Quinito L. Mourelle © Cuadernos de Jazz, noviembre - 2013
While not entirely rare, it is relatively uncommon to find relationships forged so strongly that the musicians find themselves working together in multiple contexts, where the names remain the same, only the leader changes. Finnish pianist Alexi Tuomarila and drummer Olavi Louhivuori have been working together in a variety of contexts for the past several years, most notably with Polish trumpeter Tomasz Stanko's quintet responsible for Dark Eyes (ECM, 2010), but together with Mats Eilertsen, they've not only worked together as the trio responsible for the pianist's Constellations (Jazzaway, 2006), they've also been at the core of the Norwegian bassist's SkyDive quintet, heard on its self-titled 2012 Hubro debut.
Reconvening under the pianist's leadership for his trio's long overdue second release, Seven Hills is, however, the first to receive international distribution from UK pianist Dave Stapleton's Edition Records. Continuing to build on the trio's intrinsic chemistry in a program of all-original music, Seven Hills positions Tuomarila as not just a pianist of watch-worthy merit, but a composer of equal value.
These days, when the words "European" and "piano trio" are put together in a sentence, comparisons are made, all too often, to that now defunct superstar of European piano trios, Esbjorn Svensson Trio (e.s.t.), whose career was cut short by the untimely death of its pianist in 2008. More often than not it's a lazy, superficial association so let's get one thing out of the way right now: Alexi Tuomarila Trio is not the next e.s.t., nor does it need to be. Tuomarila's early quartet records, from just after the turn of the millennium, were good enough to capture the ear of American pianist Brad Mehldau, and for good reason: unlike young pianists for whom Mehldau is an obvious touchstone, the distinctive Tuomarila's references are far more subsumed.
On "Prologue"—one of two tracks featuring guest guitarist (and album engineer) Andre Fernades, whose gently overdriven tone further expands the trio's soundscape with quirky, idiosyncratic inevitability—Tuomarila's motivic approach to soloing in the second half of this episodic, irregularly metered piece floats over a modal foundation. The pianist's gently majestic tack during the opening title track's folkloric intro gives way to a fiery solo over Eilertsen's robust 7/4 groove, further bolstered by Louhivuori's flexible mesh of light touch and frenetic polyrhythms, as the trio's mitochondrial connectivity makes the equally graceful "Jibeinia" a rubato tone poem of rare perfection that contrasts with the swinging free-bop of "Visitor Q."
None of these players has yet to reach 40—with Louhivuori the youngest at 31 and Tuomarila the oldest at 39—but they've already amassed such a broad collective resume that none of them have anything left to prove. Virtuosity may be a given—and there are plenty of glimpses to be found throughout Seven Hills—but it's equally clear that this trio's concerns are focus and collective interpretation rather than singular spotlights.
Tuomarila, Eilertsen and Louhivuori represent a different kind of piano trio to e.s.t.-aspirants—one that, based on the commanding, challenging and accessible Seven Hills, values real improvisational acumen reliant on motif-based, in-the-moment development rather than catchphrase predictability and access-driven familiarity. (JOHN KELMAN, AAJ)
Alexi Tuomarila: piano
Mats Eilertsen: double bass
Olavi Louhivuori: drums
Andre Fernades: guitar (3, 9)
1. Seven Hills
2. Cyan
3. Prologue
4. Jibeinia
5. Skuld
6. Pearl
7. Visitor Q
8. Miss
9. Ceremony
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