2016-11-12



Tercera visita de WarCry a nuestro país y a muchos nos sigue sorprendiendo el poder de convocatoria de los asturianos por estas tierras. Si bien en esta ocasión no venían a presentar material nuevo ni tampoco era una gira temática, cualquier excusa sirve para asistir a un show donde sabes que todas las partes involucradas darán lo mejor de sí y que de seguro será una noche inolvidable. Porque digámoslo desde ya, resulta indescriptible el orgullo que se siente ser fan de un grupo de estas características. Ponen el corazón en cada aspecto que los rodea y todas las canciones tiene algún significado especial para cada uno de sus seguidores. Pero calma, sin entusiasmarse, antes de esto escucharíamos a dos bandas chilenas de renombre que encenderían los ánimos desde temprano.

DELTA

Con una puntualidad más que plausible, a las 19:00 hrs. en punto se apagan las luces del Caupolicán, desatando así la primera ovación de la noche de unas cuatrocientas personas que a esa hora se encontraban dentro del teatro de cara a la presentación de Delta. Recordando que hace muy pocos días se anunció la salida de Rodrigo Varela como vocalista de la banda, desde luego que la participación especial del archiconocido cantante Paulo Domic generaba cierta expectación en esta “versión improvisada” de los compatriotas. Veamos cómo se las arreglaron.

El puntapié inicial vendría con la potente Desire Whitin, extraída del álbum “Deny Humanity” (2010). Tras esa inconfundible intro, en un par de segundos ya teníamos a toda la banda haciendo un enérgico headbanging arriba del escenario, mientras los más entusiastas que se encontraban en cancha acompañaban con los puños en alto en señal de apoyo. Rápidamente Delta demostraba toda su experiencia y categoría con una precisión y una pulcritud más que envidiable. Imposible no destacar la confianza mostrada por Paulo en cada una de sus líneas y más aún cuando canta “I want to feel again / That pleasant strawberry haze…” durante el coro, o la soltura del guitarrista Benjamín Lechuga, quién incluso comenzó a grabar al público con su celular en plena canción. Misma situación con New Philosophy, que partió como un verdadero cañón encabezado por la pegada de Andrés Rojas. Por su parte, Nicolás Quinteros recreó de gran forma la atmósfera de esta pieza con su teclado, llegando al clímax instrumental de la parte media donde cada uno se luce en su función. Más que merecidos los aplausos al final.

Una pequeña pausa y el frontman exclama “Buenas noches Caupolicán!”. De esta forma aprovecha de presentarnos Alone, donde comienza a cantar susurrando los primeros versos, siempre acompañado por la sutileza del teclado. Más avanzado el tema, nunca deja de llamar la atención la perfecta sincronía entre la sección de cuerdas y la batería en cada uno de los versos. Mención aparte es el show que monta Marcos Sánchez con su bajo, ya que por momentos se adueña del escenario haciendo slap como si nada. A esta altura, por cierto, la audiencia se comenzó a hacer notar mayormente con los típicos aplausos que sirven para acompañar la melodía. Llegaría entonces, el punto más alto de la presentación de los santiaguinos: la recientemente publicada War Inside Me. Si bien todos los instrumentalistas sorprenden en su performance, Andrés Rojas acá literalmente “las hace todas”. ¡Cuántos redobles se despachó en un par de minutos! Sencillamente notable. El vocalista en tanto, demostró un dominio escénico que de seguro le debe haber dado confianza al resto de los músicos frente a la situación adversa a la que se enfrentaban. Se atrevió con unos pequeños guturales, y más en su estilo, los tonos más altos no presentaron problema alguno.



La última canción escogida sería la grandilocuente Regrets. Eso sí, antes de comenzar, Benjamín tuvo palabras de agradecimiento para todos los presentes y en especial para Paulo Domic, admitiendo a su vez que no estaban pasando un buen momento como banda, pero que “no dejarían de tocar nunca“. Aunque suene algo obvio, el track fue interpretado a la perfección de principio a fin. Preparar un show en tan poco tiempo no es para nada sencillo y aún así supieron arreglárselas con un setlist más que correcto y adecuado al contexto en el que nos situábamos. Así, tras media hora de presentación, se comienzan a despedir ante un público que logró conectarse de gran manera con la primera actuación de la noche.

Como lo mencionamos un par de veces, el panorama no era alentador bajo ningún punto de vista, pero al final del día no cabe duda que siguen demostrando que “Delta es Delta“. ¡Bien por ellos!.

Setlist de Delta:

Desire Whitin

New Philosophy

Alone

War Inside Me

Regrets

HIDALGO

Durante la media hora de descanso entre una banda y otra, las ubicaciones del recinto poco a poco se iban poblando con más metaleros que iban vaticinando la gran cantidad de asistentes que tendríamos para el show principal. Hago esta acotación, porque personalmente me parece que para Hidalgo era todo un desafío tocar ante tal número de asistentes y en un escenario como el del Teatro Caupolicán.

Destacando nuevamente que la programación entregada por la producción funcionó como reloj suizo, a las 19:55 hrs. aparecen en escena los cuatro componentes de esta agrupación. Prontamente arremeten con la dupla conformada por Tower Of Illusion e Infragilis. Para los que hemos tenido la suerte de haberlos visto en vivo con anterioridad, sabemos que prontamente sobresale el dúo conformado por el maestro de ceremonias Gabriel Hidalgo y por la guitarrista Cler Canifrú, quienes rápidamente se adueñan del escenario a medida que van demostrando su virtuosismo. Y si de ello se trata, la base rítmica a prueba de balas que llevan el bajista Mauricio Nader y el baterista Pablo Stagnaro (que si me apuran un poquito, fue el que mejor se mostró durante todo el repertorio) es descollante desde el primer segundo. Lamentablemente desde mi posición en la cancha, la guitarra de Gabriel se escuchaba con dificultad empañando un tanto el comienzo del show. A pesar de esto, la audiencia supo adecuarse a la propuesta un tanto más sobria, centrando toda su atención en cada uno de los solos y armonías que eran ejecutadas.

Luego de dar las gracias correspondientes, llegaría el turno de escuchar tres clásicos infaltables en su repertorio: Alturas, Charagua y Lancuyén. En este punto es donde quizás presenciamos la mejor puesta en escena de cada uno de los integrantes. Mauricio -como ya es costumbre- se encarga de animar al público constantemente, mientras que los guitarristas tocan cada una de las melodías con una sentida interpretación. Cler destaca además al entonar los “Oh oh oh” durante Lancuyén, generando un excelente matiz en esta composición.

Es entonces cuando el bajista toma el micrófono -siempre agradeciendo por el recibimiento a ellos y a Delta– y se encarga de presentar a cada uno de sus compañeros, siendo obviamente Gabriel Hidalgo el más ovacionado. Y siguiendo con material de “Lancuyén” (2015), con Kunturi fue imposible no corear los “Eh! Eh! Eh!” que acompañan muy bien a la introducción. Acá derechamente Pablo Stagnaro “se las mandó”. Cuánta precisión y seguridad demostraba en los tarros y en el dominio de cada uno de los platillos de su batería. Por último, Snowboard Frenzy!!! del ya lejano “Infragilis” (2007) dio paso a que todos los instrumentistas se sintieran más cómodos y más holgados a lo largo del escenario. Perfectas las armonías y perfectos los solos.

Casi media hora de presentación e Hidalgo demostró con creces que merecían estar sobre el escenario la noche del viernes. Si bien a priori suena arriesgado poner una banda virtuosa abriendo para una agrupación que se caracteriza por ser más eufórica en su desplante, ciertamente no habían razones para que los compatriotas no recibieran la atención y la calidez que se mantuvo de principio a fin. Ellos confían en su trayectoria y en sus capacidades, y por sobre todo, confían en cada uno de los metaleros que allí se encontraban. Gran, gran show.

Setlist de Hidalgo:

Tower Of Illusion

Infragilis

Alturas

Charagua

Lancuyen

Kunturi

Snowboard Frenzy!!!

WARCRY

Sí señoras y señores, en cosa de minutos tendríamos a WarCry tocando por tercera vez en Chile. A medida que aumentaban los nervios y la expectación esperando a que el reloj avanzara lo más rápido posible, al mirar la cancha y la galería en perspectiva, fácilmente nos encontrábamos con unas 3.500 personas que demostraban el grado de compromiso y de fanatismo hacia los españoles. Cuántas agrupaciones desearían tener una base de seguidores de tal magnitud. Sin dudas una bella postal que ayudaría al desarrollo del espectáculo.

A las 21:00 hrs. en punto se apagan las luces del recinto de San Diego dando paso a que se encendiera la pantalla central que estaba sobre el escenario. Así, luego de que la cruz egipcia característica del álbum “Inmortal” (2013) nos teletransportara a las pirámides de dicho país, uno a uno los integrantes iban transformándose en faraones desatando la ovación para cada uno de ellos. Con los músicos ya sobre el plató, la escogida para dar comienzo a la euforia incesante, no sería otra que la entretenida Quiero Oírte. Si bien cualquier canción hubiera sido recibida de igual forma, hay que admitir que ésta precisamente es un opening track como pocas. Imposible no saltar y corear cada una de las palabras junto a Victor García, quién con su sola aparición ya tenía a todo el público en la palma de su mano. Porque esto ya es historia conocida, el Caupolicán se convierte en una sola voz que llegado el estribillo se hace aún más estridente. Prueba de ello era como todos asumían su papel literalmente al cantar “Quiero oírte gritar / Sobre el resto de la gente…”. ¡Vaya comienzo!.

Llegarían los primeros “WarCry, WarCry!” y rápidamente siguen con un clásico con todas sus letras: Nuevo Mundo. Y cómo no responder de igual forma ante el constante headbanging de Roberto García, o ante los gestos de sorpresa y emoción de Santi Novoa. La complicidad es tal, que por momentos incluso la voz del frontman pasa a segundo plano frente a los cánticos de cada uno de nosotros. Digno de mencionar también es el plus que se le da a la canción cuando el coro es proyectado cuando corresponde. Tras los obvios aplausos que bajarían entre cada tema, llegarían las primeras palabras de agradecimiento de Víctor. Nos dice además que cumplieron su palabra de volver lo más pronto posible y lo agradable que es estar en esta época en nuestro país, puesto que en Europa ya está comenzando el frío. Siguiendo entonces con material extraído de “¿Donde está la luz?” (2005), llegaría Contra el Viento, otra de las infaltables en el repertorio de WarCry. Sinceramente, me pregunto si había alguien que no cantara el “Dicen que pronto partirá / a ese lugar donde no hay mal ni pasa el tiempo / Quiere dormir y despertar / quiere volar un día más contra el viento!”. Y es que llega a ser redundante, pero no queda otra que seguir destacando lo bien que funcionan cada unos de los tracks en vivo y en directo. Lo mismo sucedería con Siempre, primera vez ejecutada en Chile, que siguió con las revoluciones al tope.

Nuevo speech del vocalista, quién esta vez nos pregunta “¿qué tal estáis de fuerzas?” . Es entonces cuando comienza a hacer el típico juego de “pregunta-respuesta” donde él comienza entonando alguna melodía para que nosotros los sigamos de inmediato. De pronto comienza a gritar “Eh! Eh! Eh!” y a medida que todos nos íbamos sumando a esto, de la nada comienza a sonar Alma de Conquistador. En este punto quiero hacer mención al impecable trabajo de Rafael Yugueros y Roberto García. Es cierto que en gran parte del show se ven opacados por el desplante escénico de Víctor y Pablo, pero hay que ser justos y decir que su interpretación roza la perfección.

La primera revisión a Revolución (2008) vendría con la intensa Coraje. Eso sí, tardaría un tanto en comenzar puesto que Pablo García tendría que rellenar unos minutos tocando clásicos como La Grange, Master of Puppets o Symphony of Destruction mientras Santi junto a un técnico arreglaban un pequeño desperfecto del teclado. Ahora sí, ¡qué gran interpretación de Víctor! Es increíble cómo él y toda la banda logran transmitir las emociones según corresponda. En un momento está la algarabía y un segundo después te encuentras con la seriedad y la calma de un tema como este. Y para muestra un botón, ya que lo siguiente sería uno de los puntos altos de la noche (con lo difícil que resulta encontrar un clímax en un concierto así). Digo esto porque Huelo el Miedo fue recibida con una energía sorprendente que se mantuvo de principio a fin. Cómo no destacar cuando todos cantaban con el puño en alto “Y en un rincón de la casa perdido en mi mismo a oscuras en la habitación / Huelo el miedo, huelo el miedo!”. Y ojo, porque durante la intro ocurrió un hecho no menor que no se puede pasar por alto. Mientras Santi tocaba las primera notas, Víctor entró a cantar un tanto antes de lo que debía, pero la confianza era tal, que desató las risas de todos los presentes, perdonándole el impasse en el acto. Es por esta misma razón hago hincapié en que fue uno de los tantos peaks del show. La banda supo salir jugando como si nada hubiera pasado y así lo entendimos todos.

Otra de las sorpresas de la noche vendría con El Más Triste Adiós, que dicho sea de paso, tampoco había sido interpretada en las dos anteriores visitas. Entonces, más que compresible la reacción que tuvo una vez que sonaron las primeras notas. Pablo tiene su show aparte, ya que cantó cada una de las estrofas mirando fijamente a los fanáticos que se encontraban más próximos a la reja. Cuántas historias hay detrás de cada uno de los cánticos que incluso llegan a ser desgarradores. Como dijimos anteriormente, WarCry es de esas agrupaciones que logran tocar esa fibra sensible en varios aspectos. ¡Vaya momento!

Lo siguiente sería simplemente notable. Al escuchar la voz en off de La Maldición del Templario que comienza su relato con “A principios del…”, la reacción de todos ya sobrepasaba cualquier límite. Muchos se sabían la introducción palabra por palabra, como si se tratara de competir quién es el más fanático de la banda. De lleno en la canción en sí, súmenle un punto a la increíble pegada de Rafael Yugueros, ya que supo llevar el tema con la rapidez necesaria. Punto aparte es el estribillo. Qué manera de gritar “Gritó / desde el fuego abrasador / sonó tan alta su voz / que hasta el mismo cielo oyó la maldición”. Ahora comprendo la dificultad para hablar y el dolor que de garganta que trae consigo.

Tengo que admitir que Cobarde se ha transformado en una de mis canciones favoritas dentro de toda la discografía de los españoles. Buen discurso del frontman por lo demás, que básicamente nos habló de cómo a pesar de los grandes avances que ha logrado la humanidad, aún hay gente que cree que la violencia es el camino para lograr cualquier cosa. Como si eso fuera poco, no está de más recordar lo contingente que suena esta canción en algunos países, donde la temática de la violencia hacia la mujer ha estado en el tapete hace ya algún tiempo. ¡Miren como podemos reflexionar estando en un concierto! Pero bueno, excelentemente ejecutada y coronada a la perfección con toda la cancha saltando y cantando “Creyó que algún día él podría llegar a cambiar / Soñó lo feliz que era con él…”. Sobresaliente también ver y escuchar a Víctor gritando “Cobarde! Cobarde!” durante el outro. Indudablemente otro de los puntos altos de la jornada (¿Cuántos llevamos ya?), a pesar de que durante esta pista la pantalla dejara de funcionar súbitamente. Mención honrosa al técnico que se subió a una escalera en repetidas ocasiones para tratar de arreglarla, fallidamente por cierto.

Un par de campanadas y la entrega era absoluta. Sí. ¡En un Lugar sin Dios! Primera vez interpretada en nuestro país y vaya que el público se “comportó” a la altura. Lo decimos con comillas, porque la reacción fue de locura total. Increíble notar que los ánimos no decaían en ningún track. A su vez, se repite el patrón hasta ahora: Todos cantando y todos saltando durante el “Estoy sentado en un lugar del cementerio / veo como me acompañáis a mi entierro…” . Y antes que se me olvide, tremendo solo que se despacha Pablo García en la parte media, quién además, nunca deja de hacer juegos sobre el mástil de la guitarra y señalando constantemente hacia el público. Creo hablar por muchos al decir que con su performance a ratos uno se olvida que sólo hay una guitarra sonando. Y si esto fue grandioso, lo vivido con Devorando el Corazón cuesta catalogarlo. Básicamente fue un sing-along que no se tomó pausas. Desde como todos careábamos la intro, hasta llegar a pronunciar cada palabra de la letra. Al mirar a mi alrededor, noté como varios estaban en una suerte de trance llegando incluso a una teatralidad que sólo provocan clásicos de esta talla.

Entrando ya a la segunda parte del show, el siempre agradecido cantante nos habla nuevamente sobre los problemas del día a día, diciendo que “vosotros nos dáis cariño, amor, corazón. Cuando las cosas para que no tienen solución, vosotros nos dais Un Poco de Fé“. La ovación no se hizo esperar para la pieza extraída de “La Quinta Esencia” (2006). Y sí, no había nadie que no se supiera cada una de las estrofas. Además, nos regalan otro gran momento al hacer la pausa terminada la intro un poco más extensa para generar expectación. Y vaya que lo consiguieron, ya que el recibimiento de todos fue más que plausible. Pero tranquilos, que la fanaticada también responde de la misma forma, puesto que durante Keops, el guitarrista y el vocalista recibieron con mucho respeto una bandera chilena gigante con la “W” dibujada en el centro ésta.

Permítanme la licencia y que me salga un poco del libreto, pero ¡qué temazo es Ardo Por Dentro por la cresta! El que no pensó que se convertiría en un clásico instantáneo cuando publicaron “Alfa” el año 2011, creo que debe replantearse algunas cosas en su vida. ¡Caos desatado una vez terminada la intro de Santi! Tanto así que los más entusiastas se sacaron la polera para darle vueltas en el aire como si de un partido de fútbol se tratara. Imposible no cantar “Ardo por dentro, con las fuerzas de las llamas del infierno / Aún tengo tanto que decir / Sigo rugiendo contra un mundo que me ignora / Contra el tiempo, que me condena a morir / Aún puedo continuar, aunque sea solo un paso más” con todas tus fuerzas. Ejecutada a la perfección, y recibida de mejor forma aún, lo demás sería redundar. ¡Temón!

En este punto -y a modo de contraste- se viviría una situación digna de recordar. Pablo y Víctor subieron desde la cancha al escenario a una niña de unos cinco años para que los ayudara a cantar Nana. Y vaya que no decepcionó, porque a pesar de su corta edad se sabía gran parte de la canción y no se achicó estando frente a toda la audiencia. Nosotros abajo en tanto, además del ensordecedor canto, acompañábamos todo meciendo los brazos en una postal para la posterioridad que continuaría con Tú Mismo, que al ser toda una declaración de principios, le da esa cuota de seriedad y por supuesto, de solemnidad.

Y para terminar la primera parte del show, “una canción que nos habla de sacrificios…Capitán…”, “Lawrence!” respondimos todos. Ya que supuestamente esta era la última del repertorio (sabemos que nunca es cierto, pero qué más da), se entiende el nivel de compromiso y de entrega. Cuesta describir algo que ya se ha mencionado tantas veces sin sonar repetitivo, pero ante tal magnitud de composición hasta a lo más rudos les entró una basurita en el ojo. Un saludo al grupo de unas diez personas que hizo una especie de ronda al centro de la cancha en un acto de festividad y de alegría. Aún debe retumbar en las paredes del Caupolicán el “…recuérdame, mejor de lo que fui / Es muy tarde cielo, sabes que te quiero / Siento tanto tener que irme así”. Así, a las 22:54 hrs. WarCry se despide por primera vez del público chileno.

Y cómo no, los cánticos de “Olé Olé Olé Olé…  WarCry, WarCry!” no se hicieron esperar. Pero la banda sí, ya que los cinco minutos que se tomaron de descanso se hicieron eternos. Sabíamos que aún faltaban un par de clásicos que no podían dejar en el tintero. Y el primero de ellos sería un baladón de aquellos: El Amor de Una Madre. Una ejecución excelsa comandada por Santi Novoa y con una base rítmica que no deja de sorprender. Para finalizar, definitivamente se desató el caos absoluto en el Teatro Caupolicán con la dupla conformada por El Guardián de Troya y Hoy Gano Yo. No vamos a descubrir ahora lo trascendentales que son en la carrera de la banda, y más importante aún, todo lo  que representan para las 3.500 personas que estábamos ahí. Sinceramente la velada no pudo terminar de mejor forma, ya que cada uno de los músicos se encargó de demostrar lo mejor de sí, dándonos a entender que nosotros debíamos hacer lo mismo. Y vaya que lo consiguieron, ya que varios terminamos al otro lado de la cancha arrastrados por la marea de poleras negras. De esta forma, a las 23:22 hrs. se finalizó esta tercera presentación en Chile.

Un sonido impecable (quizás el único detalle es que durante los primeros temas le faltaba definición a la guitarra, pero se arregló prontamente, razón por la cual solo hago esta pequeña acotación), una audiencia entregada a los pies de la banda y justamente, una agrupación que demostró el por qué son el grupo que lleva el estandarte del Metal español desde hace ya algunos años. Una vez leí que “nunca se sabe qué tan fuerte puede cantar el público, hasta que se asiste a un concierto de Mägo de Oz o de WarCry“. Y ayer lo comprobamos nuevamente. Los que estuvimos ahí saben de lo que hablo. Por mi parte, que vuelvan cuando quieran. ¡Grande WarCry!

Setlist de WarCry:

01. Quiero Oírte

02. Nuevo Mundo

03. Contra el Viento

04. Siempre

05. Alma de Conquistador

06. Coraje

07. Huelo el Miedo

08. El Más Triste Adiós

09. La Maldición del Templario

10. Cobarde

11. En un Lugar sin Dios

12. Devorando el Corazón

13. Un Poco de Fé

14. Keops

15. Ardo Por Dentro

16. Nana

17. Tú Mismo

18. Capitán Lawrence
Encore

19. El Amor de Una Madre

20. El Guardián de Troya

21. Hoy Gano Yo

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