2013-03-12

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Publicado por:   EDICIONES HIPERIÓN, S.L.

ISBN:  84-7517-621-6

Edición:  1999 (PRIMERA EDICIÓN)

Páginas:  220

“Pues ellos, los que nos prestan el fuego celestial,
los dioses, nos regalan también dolor sagrado.”

Las más gloriosas y perfectas creaciones poéticas del Romanticismo estuvieron siempre firmadas por el genial y excelso maestro Friedrich Hölderlin (1770 - 1843), talento literario incomparable e irrepetible convertido ya en uno de los pilares culturales decimonónicos fundamentales de Lux Atenea Webzine en esta aventura informativa y cultural que llevamos dando vida desde el año 2006. Para esta ocasión, en mi biblioteca personal he seleccionado la impresionante edición del libro “Odas”, publicada por Ediciones Hiperión en 1999, para ser reseñada en este nuevo tributo al gran maestro del Arte poético. Un libro de imprescindible lectura para poder conocer y sentir con nitidez el espíritu del poeta romántico por excelencia ya que estas odas no son poemas, son medicina y estímulo para el alma. Algunas odas de Hölderlin también reflejan oscuridad en un enturbiamiento del espíritu que se percibe claramente en la fragilidad y en el debilitamiento psicológico del ser. A mayor intelecto, mayor sensibilidad, y a mayor sensibilidad, mayor dolor viviendo en esta humanidad que ha vendido su alma a lo banal y a lo superfluo. Pero la pérdida o la degeneración del intelecto es algo inasumible para el alma romántica porque la inteligencia es una de las fuentes de luz existencial más apreciadas, y la corrupción de la misma no lleva a otro estado que al progresivo encallecimiento emocional del alma como consecuencia de ese amargo proceso. Algo inasumible en el alma romántica ya que el alma y el intelecto están directamente unidos en su visión del Amor como ideal. Un Amor sentido interiormente como una exaltación de las emociones y un sublime esplendor de los sentimientos a través de una armonía perfecta y un equilibrio universal de trascendentes consecuencias más allá del tiempo. Una noción del tiempo que, en Hölderlin, ve sentidos sus efectos más allá de esa visión simplista, angustiosa y limitadora de la vida que ésta tiene para la mayoría de las personas, sintiendo el paso del tiempo en sus vidas como una dramática danza por el cortante filo de la espada de Damocles en donde siempre acaban cayendo al abismo infernal.

“¿Dónde si no mora la vida humana,
ahora que serviles inquietudes todo lo condicionan?
Por eso vaga el dios también indiferente
hace tiempo sobre nuestras cabezas.”

Las odas escritas entre los años 1796 y 1802 se han terminado convirtiendo en uno de los caminos literarios más amplios y precisos para poder conocer a este genio con una mejor perspectiva y con mayor profundidad. Pero hay que tener siempre en cuenta que la inspiración y el mensaje que las dio vida tienen también dos caras como Jano Bifronte, presentándose Hölderlin exultante y radiante en unas, y, en otras, anímicamente marchito y nostálgico como si fuera una acertada profecía del spleen que marcaría al decadentismo a finales del siglo XIX. Eso sí, Hölderlin es mucho más espiritual y místico que los poetas y escritores decadentistas, siendo su aflicción mucho más sentida como enfermedad en el alma que como trágica desventura existencial y carnal porque Hölderlin está entregado en cuerpo y alma a lo sagrado, a lo divino, a esas entidades de trascendente influencia en nuestra vida a los que llama “celestiales”, cuya aparición en estos poemas enlazan su mensaje más profundo con lo extático y lo contemplativo. Por este motivo, Hölderlin no dejará de mitificar a la Antigua Grecia como eje cultural, ético y moral, teniendo la mitología griega una amplia presencia en estos versos con Helios, Atenea, Urania, Zeus, Quirón, Heracles, Bóreas,… como referencias espirituales ineludibles. Este gran maestro anhela el retorno de una nueva Edad de Oro en Europa que, a principios del siglo XIX, parecía una inminente realidad intelectual y que, en tan sólo tres décadas, todo ese incomparable y resplandeciente esplendor cultural que parecía que iba a cambiar totalmente nuestro mundo quedará finalmente convertido en un gótico cementerio cubierto de tumbas con jóvenes cuerpos en su interior, quedando únicamente Hölderlin como solitario superviviente de esa irrepetible Era Dorada hasta casi mediados de siglo. Hölderlin conoce la estricta y casi inalcanzable exigencia con la que los dioses juzgan al individuo entregado en cuerpo y alma a lo espiritual, pero esa hecatombe cultural le resultará amarga por su trágico e incomprensible sentido en nuestro destino.

“El espíritu intrépido vuela cual águila
hacia la tormenta, presagiando a sus
dioses venideros.”

Hölderlin está afligido en esta época pese a estar en la cumbre de su éxito literario porque se siente fuera de lugar en un mundo y una sociedad completamente entregada a lo material y a lo carnal. Además, el alejamiento obligado de su amor ideal, Susette (madre de uno de sus alumnos a la que hará referencia en estos versos como Diotima), romperá irreparablemente su corazón ante el fracaso absoluto de este amor platónico. Un fracaso que no asimilará ya que ello significaría una pérdida de la pureza en el Amor, dejándose llevar por las olas del destino a partir de entonces como si fuera un resignado náufrago perdido en la inmensidad del océano. Una progresiva y constante dinámica de decaimiento anímico que le aislará del mundo hasta perder la cordura, ya que no tiene nada que le ate a esa sociedad sumergida en lo mundano e intrascendente. Una sociedad y una comunidad que valora precisamente todo lo contrario a lo que da sentido a su vida. Este ilustre poeta tiene a Dios, al Amor, al Ideal y a la Cultura como pilares irrenunciables para poder seguir viviendo, por eso muchas veces se presenta tan crítico (y pragmáticamente realista) con el espíritu humano que tan oscura y trágicamente se manifiesta en la gran mayoría de sus acciones. Hölderlin tiene una sensibilidad muy especial para detectar lo sagrado, siendo en presencia del esplendor de la Madre Naturaleza y de sus fuerzas místicas de sublime belleza donde encuentra esa conexión directa del alma romántica con la divinidad, alcanzando su excelsa poesía la más sublime perfección en el poema “Los Dioses”, siendo los versos de “El Espíritu Del Tiempo” donde ese mismo tiempo se presenta siempre benefactor para el alma romántica, e inevitablemente letal y abrasivo para el espíritu de las almas corruptas. El sutil y directo uso que hace del simbolismo metafórico es muy claro y directo a través de la discreta presencia del granado, del laberinto, del puente,… en estos versos, comparando incluso al volcán Etna con un sagrado cáliz ardiente de profundo y complejo sentido espiritual.

“Y tal como a sus polluelos arroja del nido
el águila, para que busquen a sus presas
por los campos, también a nosotros
nos empujan sonrientes los dioses.”

En estas odas, Hölderlin también exalta a las mujeres como herederas del legado de los Dioses, siendo también sacerdotisas del Amor puro como virtud divina. Englobados dentro de esa perspectiva cultural y mística, las raíces de sus versos inevitablemente se encuentran unidas a la Cultura Clásica con un especial protagonismo de Horacio, Platón, Empédocles, Sófocles,…en estas odas, incorporándose un elemento esencial en su sentido de la vida como es la patria como eje fundamental del individuo. Hölderlin glorifica la tierra natal como substrato y esencia que harán crecer al ser a lo largo de su vida en una mística unión, estableciendo un irrompible nexo entre lo divino, lo sagrado, la tierra natal y la nación. Una totalidad universal donde la cultura y la Madre Naturaleza además engrandecen a un pueblo; donde la ética, la firmeza y el valor crean la garantía de futuro y de prosperidad; y donde lo espiritual junto a la trascendencia de lo sublime, conectan al individuo a lo sagrado, convirtiendo el corte del hilo de su existencia ejecutado por la parca Morta en el paso inevitable hacia la eternidad. “Odas”, Romanticismo y poesía como suprema cualidad intelectual y espiritual en este mundo. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

“Demasiado bondadosos son los genios.”

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Lux_Atman

Artículo Nº:  1.429

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