2014-04-13

En Lux Atenea Webzine solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.



Publicado por:   EDICIONES ORBIS, S.A.
ISBN:  84-1515-574-X
Edición:  1985
Páginas:  142

“La mitología sintoísta atribuía la creación de Japón a los dioses, de los que se creían descendientes el emperador y todo el pueblo.”

Desde su compra a mediados de la década de los ochenta, este irremplazable libro ha venido acompañándome a través de innumerables relecturas cuya pasión no ha dejado de fascinarme por su interesante y reveladora información sobre la religión sintoísta. En una época de mi vida en la cual descubrí la cultura japonesa, y cuyo interés sigo manteniendo hoy día, el libro “Ise e Izumo. Los Santuarios del Sintoísmo” se convirtió en la base principal sobre la cual fui ampliando poco a poco mis conocimientos sobre la religión y el carácter japonés como cultura única en todo el mundo, siendo el sintoísmo la vía de entrada a estas creencias ancestrales aún vivas en el Japón moderno y posmoderno, y a pesar de la gran influencia de la religión budista en esta nación. Antes de que el budismo entrará en la Tierra del Sol Naciente (siglo VI), existían creencias religiosas difundidas entre la población nativa basada en la adoración de seres y espíritus íntimamente ligados a la Madre Naturaleza, los kami. Englobadas bajo el término Shinto, no solamente los kami y los dioses formaban parte de esta creencia religiosa sino también la voluntad de iniciar un camino místico de elevación del plano existencial donde el individuo podía alcanzar conocimientos y estados de consciencia mucho más profundos y reales sobre el sentido de la vida. En ese mismo plano, los dioses y los kami también podían interactuar con el individuo al ser ése el mundo más directamente relacionado con ellos, estableciéndose una armonía y una vía inefable de comunicación difícilmente traducible a través de ritos. Esta relación tan particular del hombre con su entorno a través del Shinto es el que ha dado forma al pensamiento y a la cultura del pueblo japonés hasta convertirlas en su seña inconfundible. Los kami, como hijos de los Dioses, son vistos como entidades fundamentales con las que establecer esa armonía que permita al ser humano vivir en este mundo con un mayor equilibrio entre sus aspiraciones terrenales y su esencia espiritual. Una cosmovisión en la que también tienen acto de presencia los tengu (demonios) y los yurei (fantasmas) como entidades sobrenaturales de influencia maléfica donde el sintoísmo también ha alcanzado conocimientos profundos que son fundamentales para poder entender su naturaleza maldita. Así de fascinante e interesante se presenta la cultura religiosa sintoísta, en la cual, existen dos templos que son clave a la hora de poder entender en profundidad estas creencias religiosas: los templos sagrados de Ise e Izumo.

“Según el sistema de reconstrucción periódica, un nuevo templo debe ser alzado en el área adyacente a donde se levanta el viejo edificio que es demolido. Sobre la zona que permanece vacía se irá sucesivamente reedificando el mismo templo cuando haya transcurrido nuevamente el plazo fijado para la reconstrucción.”

En el libro “Ise e Izumo. Los Santuarios del Sintoísmo”, los bibliófilos lectores de Lux Atenea Webzine especialmente interesados en el conocimiento de la cultura japonesa podrán encontrar uno de los volúmenes más detallados y rigurosos que se hayan publicado hasta la fecha sobre estos dos importantes templos sintoístas. Comenzando por el Santuario de Ise, en Japón está considerado como el lugar más sagrado del Sintoísmo, celebrándose ritos y ceremonias religiosas íntimamente ligadas a la agricultura para favorecer la fertilidad en el campo y las buenas cosechas, y encontrándose también en sus bosques algunos árboles considerados como sagrados. Una unión simbólica y directa de la agricultura con la sociedad tradicional que ha llegado hasta nuestros días. De arquitectura llamada Shinmeizukuri donde nada más que se utilizan cuerdas y piezas madera en su construcción, Ise conserva este espíritu religioso arcaico gracias a la perduración de un acto simbólico que se repite cada veinte años: la reconstrucción integral del templo utilizando madera de ciprés obtenida en sus bosques, la última de las cuales fue realizada en el año 2013. Un ciclo sagrado de muerte y renacimiento que viene realizándose desde hace siglos en peridos de veinte años ya que fue ese el número de años que tardó Yamatohime, hija del emperador Suinin, en encontrar este lugar sagrado tras oír la voz de la propia diosa Amaterasu. De construcción fechada en el año 4 a. C., Ise es un complejo religioso compuesto por dos santuarios, Naiku y Geku, santuario interior y santuario exterior respectivamente, los cuales suman un total de ciento veintitrés lugares sagrados entre los noventa y uno de Naiku y los treinta y dos de Geku. Durante la peregrinación al Santuario de Ise, primero se ha de visitar Geku y luego Naiku para cumplir con esta tradición religiosa, y todo buen practicante del sintoísmo tiene la obligación de visitar este templo al menos una vez.

“Cuando nace un niño se planta un árbol, que permanecerá ligado a su vida.”

En torno a la adoración de Amaterasu, diosa del Sol de la cual es originaria la familia imperial japonesa, está dedicado el Santuario Interior, Naiku, motivo por el cual las zonas más sagradas solamente pueden ser visitadas por el emperador al ser descendiente directo de la diosa, y con la excepción de los monjes encargados de su mantenimiento. El Santuario Exterior, Geku, está dedicado a la diosa Toyouke Omikami, deidad relacionada con los alimentos, la agricultura, el comercio y la industria. Además, en el Santuario de Ise también está situado el templo de Ise-jingu, construido en una isla del río Isuzu donde Amaterasu tomó contacto por primera vez con las personas, encontrándose allí uno de los objetos sagrados más importantes de la Familia Imperial japonesa: el Yata no Kagami, un espejo de cristal que, según la leyenda, fue construido por los dioses. Este objeto de poder es el que otorga el tenno al emperador, o sea, que sea considerado como un ser divino. El Yata no Kagami es venerado por los fieles pero permanece siempre tapado con unos paños ya que solamente el emperador y su familia pueden verlo, al igual que sucede con algunas zonas sagradas del Santuario de Ise únicamente abiertas para el emperador. Una conexión que une el poder y la religión, lo terrenal y lo espiritual, cuyo análisis y comprensión es clave para poder entender el origen ancestral de la figura del emperador como ser divino para la población en Japón.

“El estanque del Espejo del templo Yaegaki, lugar sagrado de los kami encargados de concertar los matrimonios. En este lugar los fieles interrogan a los espíritus acerca de su matrimonio, colocando una moneda sobre una hoja de papel que después se hace flotar sobre el agua.”

Reconstruido también en el año 2013 tras cumplirse el ciclo de sesenta años, otro de los santuarios más antiguos de Japón es Izumo, templo dedicado a la veneración de Okuninushi, dios de la magia y de la medicina. Un psicopompo místico tras su resurrección divina y su mítico viaje al inframundo que en tierras niponas es adorado como deidad del matrimonio. Dividido en dos santuarios, el Honden y el Haiden, Santuario Interior y Exterior respectivamente ya que en el sintoísmo el interior es sagrado y el exterior es profano, Izumo está caracterizado por algunas particularidades únicas dentro de la arquitectura y de la religión sintoísta como son la ausencia de pintura en las piezas de madera y que en este santuario nunca ha habido una estatua budista. Además su estilo arquitectónico ancestral está caracterizado por el uso de pilares que elevan el edificio por encima del suelo, pudiendo acceder a su interior a través de una escalera. Un vestigio simbólico de su armoniosa unión con la sociedad tradicional agraria con el que también está relacionado el culto a Okuninushi, y donde la diosa Amaterasu adquiere una importancia crucial en este santuario al estar bajo su protección. Una atmósfera religiosa que ve aumentada su fuerza mística por las especiales condiciones meteorológicas de humedad reinantes en la zona que han dado nombre a este lugar sagrado: Izumo, ‘donde nace la nube’. Una zona privilegiada para el cultivo del arroz y de ahí su relación con una deidad especialmente relacionada con la producción agraria. Como último apunte, el torii es la construcción religiosa más característica e internacionalmente relacionada con la cultura japonesa, presidiendo la entrada de un santuario con su imponente presencia rúbea y, en Izumo, podrán encontrar el torii más grande de Japón. Otro grandioso símbolo que resalta aún más la importancia de este templo en la Tierra del Sol Naciente. “Ise e Izumo. Los Santuarios del Sintoísmo”, una auténtica joya cultural. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

“Los miembros de la Taisha-kyo se llevan a su casa una serpiente marina embalsamada como signo propicio de abundante cosecha, fortuna en la pesca y prosperidad familiar.”

Lux_Atman

Artículo Nº:  1.711
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