Una vez más, el director John Carney, autor de ‘Once’ o ‘Begin again’, sorprende con un nuevo film con tintes dramáticos, cómicos y musicales: ‘Sing Street’. Aunque ‘Begin Again’ no tuvo la repercusión esperada en la crítica, su última película, una autobiografía musical, consigue reforzar el estilo propio del director irlandés, resultando finalmente un inspirador largometraje.
Sumergidos en el Dublín de 1985, Connor se enfrenta a uno de los momentos más difíciles de su vida. Su familia, al borde de la quiebra, se ve obligada a trasladarlo a un colegio católico del barrio, dejando a un lado su educación en un colegio jesuita de gran prestigio, donde los alumnos hacen prácticamente lo que quieren. A pesar de esto, el verdadero caos del adolescente se encuentra en su propio hogar, donde observa el inminente divorcio de sus padres.
Connor posa su mirada en Raphina, una joven aspirante a modelo que vive junto a su nuevo colegio. Dispuesto a conquistarla, decide crear un grupo musical para que, en los videoclips, aparezca la joven. Comienza así una emocionante aventura por las canciones de la época, acudiendo Connor a Brendan, su hermano mayor, para recibir mejor instrucción.
Connor encontrará refugio en la música y será a través de ella como logrará expresar sus sentimientos. A sus quince años, Connor sufre un momento complicado: abusos en el colegio, malestar en la casa y su primer amor. Decidido a que todo tiene una vía de escape, Connor se entrega en cuerpo y alma a su grupo, viviendo la experiencia de la música hasta el último extremo. Gracias a las enseñanzas de Brendan, conseguirá encontrar su propia identidad dentro de la música.
Carney pone toda la carne en el asador en esta película, un film autobiográfico que habla de los orígenes de su historia, de sus comienzos. Él también creó una banda de música durante su adolescencia y sufrió abusos escolares. Sin embargo, puso su cuerpo y alma en este proyecto para hacer frente a una época difícil en su vida.
Si bien la película tiene una gran banda sonora, como siempre demuestra John Carney en
sus obras, este film tiene un especial cuidado no solo por el propio repertorio musical, sino también por el estilo. Solo tenemos que fijarnos en Connor y en los numerosos atuendos que viste para recordar las vestimentas de aquellos años, así como la filosofía que trasladaban los grupos. Mencionaré especialmente el caso de The Cure, que resulta muy cómico y acertado.
Últimamente, todas las películas tratan de hablar de realidades. Verdades con las que el espectador se pueda sentir identificado. ‘Sing Street’ es así. Otras películas habrían buscado ese final idílico que nos dejase con un buen sabor de boca. ‘Sing Street’ es agridulcemente real. No todas las cosas pueden salir como las deseamos ni se encuentran las soluciones a todos los problemas de nuestra vida. Sin embargo, siempre podemos buscar la manera de hacer realidad nuestros sueños. Connor es el ejemplo de la perseverancia y de esa alma libre entregada a sus deseos.
Raphina, por otra parte, sería la identidad de sus sueños, del destino. Raphina simboliza ese indestructible deseo de conseguir aquello por lo que persevera, esas ansias de huir lejos de todo lo que le está haciendo daño y de volcarse en un mundo donde pueda atrapar una oportunidad.
Resaltaría por último la sensibilidad del hermano mayor de Connor, ese personaje que protege y pone las piezas sobre el camino que quiere trazar su hermano pequeño. Nos da la sensación de que ojalá hubiera podido tener más experiencias, más valor y un final más dulce. Sin embargo, la realidad es que no es fácil saber cuál es nuestro destino.
Con tintes melancólicos y recuerdos de la década de los ochenta, ‘Sing Street’ nos enseña el lado sensible de un adolescente que sufre, pero que trata de enfocar su camino en un lugar feliz. Puede que fantasioso, puede que imposible, pero Connor quiere vivir la música allá donde sus letras lo lleven. Allá donde tenga una nueva oportunidad.
Lo mejor: las canciones compuestas especialmente para la películas. Puedes escucharlas aquí.
Nota: 8.5/10