2016-07-19

Un equipo de expertos en veterinaria conductual de la Escuela de Ciencias de la Vida de la Universidad de Lincoln (Reino Unido) ha realizado un estudio cuya conclusión determina que la relación entre los seres humanos y los felinos en cuanto a términos de protección y seguridad, difiere entre lo que sienten los perros y los gatos. Así, mientras que los perros perciben a sus dueños como parte de un entorno en el que sentirse seguros, los gatos, al contrario, no sienten este refugio protector, causa por la que son mucho más independientes. A un gato puede satisfacerle interactuar con su dueño pero no depende de él para sentirse seguro en el entorno que sea, lo que concuerca con el carácter independiente y solitario de esta especie.

Para el experimento, los investigadores adaptaron con celo la prueba Ainsworth Strange Situation (SST), utilizada para demostrar que el vínculo entre los niños pequeños o los perros con su cuidador primario puede ser categorizado como un “apego o entorno seguro” de cara a situaciones o entornos amenazantes/desconocidos y lo trasladaron a un grupo de gatos y sus respectivos dueños. El experimento evaluó la cantidad de contactos que buscaba el felino, su comportamiento pasivo y signos de sufrimiento provocados por la ausencia del dueño.

Los resultados revelaron que “a pesar de que nuestros gatos eran más vocales con el dueño que con el extraño al dejarles con la otra persona, no vimos ninguna evidencia adicional que sugiera que la unión entre un gato y su dueño era la de un apego seguro”, explica Daniel Mills, líder del estudio.

“El gato doméstico ha superado recientemente al perro como animal de compañía más popular de Europa, ya que muchos ven al gato como mascota ideal para los propietarios que trabajan largas horas. Investigaciones anteriores han sugerido que algunos gatos muestran signos de ansiedad por la separación cuando se quedan solos, de la misma manera que lo hacen los perros, pero los resultados de nuestro estudio muestran que en realidad son mucho más independientes que los compañeros caninos. Parece que lo que interpretamos como ansiedad de separación en realidad podría ser signos de frustración”, aclara Mills.

El estudio ha sido publicado en la revista PloS One.

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