2014-03-14

Papa Francisco "Signo de Contradicción" El Papa Francisco es un pontífice diferente: sus gestos, sus acciones, sus palabras nos han dejado ver la figura del Pastor que “huele a oveja”. Desde antes de que el Arzobispo de Buenos Aires, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, fuera electo como Sucesor de Pedro, las cosas ya eran diferentes. En todos los rincones del orbe hizo eco la sorpresiva y por ello inesperada renuncia del Papa Benedicto XVI dando pie a un fenómeno que no había sido visto en cientos de años: la existencia de dos Papas, uno emérito y el otro en funciones. El 28 de febrero de 2013 Benedicto XVI dejaba el Vaticano para dar paso, días después, al Cónclave y a una de las elecciones pontificias más rápidas de la historia. Apenas dos jornadas y cinco votaciones bastaron para que el humo blanco que salió de la chimenea de Capilla Sixtina trajera consigo al primer Papa latinoamericano, el primer Jesuita y el primero en llamarse Francisco. Era el 13 de Marzo de 2013. Con su primera aparición pública, para la bendición urbi et orbi, (a la ciudad y al mundo) llegó el primer gesto de un “Pontificado diferente”: “…Os pido un favor: antes de que el Obispo bendiga al pueblo, les pido que recen al Señor para que me bendiga. La oración del pueblo que pide la bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de ustedes por mí" dijo el Papa y un silencio impresionante abrazo la Plaza de San Pedro. Luego vinieron una serie de gestos y actitudes que han dado la vuelta al mundo: La llamada a su dentista para anunciarle que no podría asistir a la cita, al vocero donde recogía el diario, al superior de los Jesuitas… Después su inolvidable viaje a Brasil, los abrazos a los niños, a los pobres y a los enfermos. Sus largas entrevistas concedidas a algunos medios, la exigencia hecha a obispos y cardenales sobre su forma de ser, vivir y administrarse, los cambios en la curia vaticana y la decisión de residir en Santa Martha, han marcado una forma diferente de ejercer el ministerio Petrino. Lo cierto es que los gestos del Papa Argentino no han gustado a todos. El Sucesor de Pedro, se ha enfrentado a dos corrientes que lo han cuestionado. Por una parte, un sector de la Iglesia suele tacharle como progresista, liberal y de izquierda; le critican sus discursos, sus intervenciones y anhelan y añoran la profundidad teológica del Papa Ratzinger. Para este sector, “Evangelium Gaudii” no es más que una Exhortación “bonita y de buenas intenciones”. No les agrada las formas del Papa, su renuncia a la muceta y a los zapatos rojos, al anillo y a la cruz de oro. Temen un golpe de timón que pueda cambiar “incluso la doctrina”. Algunos de ellos, con insistencia voraz, han argumentado que la renuncia del Papa Benedicto no fue ni libre ni voluntaria, por lo que Francisco vendría siendo una especie de antipapa. Ha sido tal la presión, que el mismo Papa Emérito ha tenido que declarar sobre la validez de su renuncia y, muy al modo de su Sucesor, tuvo un gesto público de reverencia y obediencia al quitarse el solideo frente a Francisco, justamente frente al colegio cardenalicio, en la Basílica de San Pedro. Y por otro lado están sectores progresistas dentro de la Iglesia. Y con ellos, la agenda mediática y liberal, esa que quisiera ver una Iglesia al gusto y a la medida de un mundo sin rumbo y sin referencias antropológicas, donde todo se puede y donde todo cabe, al gusto y a la medida del deseo personal. Son los mismos que manipulan y tergiversan declaraciones del Santo Padre, y lo traen de portada en portada. Parecen felices con el Papa que ellos mismos se han inventado con sus publicaciones y luego lo hacen parecer tan hostil a las enseñanzas de la Iglesia como lo son ellos. En pocas palabras, quieren un Papa que no sea católico, por ello, ignoran cuando el Papa se pronuncia contra el aborto o contra el matrimonio entre personas del mismo sexo, al considerarlo una regresión antropológica. Y sí, le acusan de “no dar el estirón definitivo”. Y es paradójico, ambas posturas suelen contraponer a Francisco con Benedicto XVI ignorando el evidente entendimiento que hay entre ellos. Pareciera que hemos olvidado que no fue la silla gestatoria, ni la tiara, lo que hizo a Juan XXIII un Papa bueno. Ni su pasión por “aggiornar” (poner al día) a la Iglesia, lo convirtió en apostata. El Papa Francisco ha venido a dar un sello muy particular al pontificado. El hombre ha entendido que es sucesor de un humilde pescador y no de un ostentoso emperador. El hombre ha elegido la misericordia en tiempos en los que el mundo se decide por el juicio violento. El hombre ha optado, muy al estilo del Vaticano II y de Aparecida por la persona y nos ha enseñado a sortear el peligro de ideologizar el Evangelio. Ante todo esto me viene a la mente esta enseñanza de la Iglesia llamada “Signo de Contradicción” y que se refiere a personas o entidades que manifiestan su adhesión completa y fidelidad a Dios (santidad) y como resultado, recibe una oposición …

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