2015-01-22



El agua del acueducto Monterrey VI, que traerá el vital líquido a Nuevo León desde la cuenca del río Pánuco, no sólo será utilizada para abastecer a la Sultana del Norte durante los próximos 50 años, como el gobierno neolonés ha repetido en los últimos años.

Después de conseguir todos los permisos federales y los de los gobiernos de San Luis Potosí, Tamaulipas y Veracruz;  la administración de Rodrigo Medina de la Cruz reconoció que el agua del norte veracruzano también servirá para saciar la sed de los miles de pozos de gas shale (al menos 4 mil) que el gobierno espera sean explotados en los próximos años.

Rolando Zubirán Robert, secretario de Desarrollo Económico de Nuevo León y el principal promotor de la extracción de shale en la entidad, reconoció recientemente que el agua traída por ese acueducto será “indispensable” para impulsar a la industria del shale.

“Uno de los proyectos más importantes es que viene alineado completamente con un proyecto presidencial, que es el Monterrey VI, que implica traer un acueducto desde el río Pánuco hasta Nuevo León.

“Eso brindará la posibilidad al Estado de contar con agua para los próximos 50 años. Y es de suma importancia para el proceso de fractura de la piedra para la extracción del gas en la Cuenca de Burgos, que requiere de grandes cantidades de agua”, señaló el funcionario.

El gobierno de Nuevo León confía que la extracción de ese hidrocarburo catapultará la economía local a niveles similares a los que experimenta el estado vecino de Texas, donde el shale dejó una derrama económica de 61 mil millones de dólares durante 2012.

Actualmente Petróleos Mexicanos no cuenta con la tecnología para explotar ese hidrocarburo de difícil extracción, que no es más que gas natural atrapado entre rocas llamadas lutitas que se encuentran a varios kilómetros de profundidad.

Es la reforma energética la que le abrió la puerta al shale, pues permitirá la participación de empresas privadas y extranjeras, estas últimas, sobre todo las estadounidenses, con tecnología para extraer el también llamado gas de lutitas.

Nuevo León comparte, con Tamaulipas y Coahuila, uno de los yacimientos de shale más importantes de México. Proyecciones del gobierno de Nuevo León señalan que para el año 2022 del yacimiento llamado Cuenca de Burgos saldrá casi el 37 por ciento de la producción de gas a nivel nacional.

Pero la región tiene una gran dificultad técnica para hacer posible la consolidación de esa industria: para perforar un solo pozo de shale son necesarios al menos 15 millones de litros de agua. La cantidad suficiente para abastecer al municipio de Boca del Río durante dos días.

Y no sólo eso: debido a especificaciones técnicas del proceso, como la posibilidad de que los ductos perforadores sufran corrosión, la extracción del shale requiere de agua de calidad similar a la del consumo humano.

Nuevo León es un estado donde el vital líquido es escaso, el agua que se encuentra en los acuíferos de la Cuenca de Burgos es ligeramente salada y por lo tanto inservible para esa industria. Por ello la necesidad de traer agua de otros lugares, en este caso, de Veracruz.

Durante el proceso de convencimiento y negociación con los gobiernos de otros estados, la administración de Medina de la Cruz no mencionó, o al menos no a la opinión pública, que el agua también sería utilizada para la industria del shale, prohibida en varios países de Europa debido a que hace un uso desmedido del agua.

Para evitar polémicas tras dar a conocer que el líquido también será usado para extraer shale, el gobierno de Nuevo León asegura que el uso prioritario del agua de Monterrey VI (aproximadamente 5 mil litros de agua por segundo cuando esté terminado en tres años) será el consumo humano.

Sin embargo, Juna Manuel Rodríguez Martínez, responsable del departamento de Geohidrología y Geofísica de la Universidad Autónoma de Nuevo León opina que la construcción del acueducto no era necesaria para garantizar el abasto de agua en la zona metropolitana de Monterrey, que aglutina a poco más de 4 millones de personas, es decir, cuatro veces la zona conurbada de Veracruz y Boca del Río.

El investigador señala que el consumo de agua promedio de un regiomontano es de 200 litros al día, cuando la cantidad recomendada por la Organización Mundial de la Salud oscila entre los 50 y los 100 litros.

El investigador sostiene que una campaña de cuidado del agua y rehabilitar la red de agua de la metrópoli, donde se pierde el 20 por ciento del líquido a raíz de fugas, hubiera sido suficiente para asegurar el abasto de agua por los próximos 50 años.

“La sospecha es que Monterrey VI siempre fue concebido para garantizar a los inversionistas el agua que van a necesitar para extraer el gas”, resume Juan Alberto Hernández, representante en Nuevo León de la Alianza Mexicana contra el Fracking, una organización que se opone a la explotación del shale en el país.

por Ángel Ramos

http://goo.gl/KwfNte

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