2014-10-24



Colette Rodriguez Marcano es una pintora cubana. Ha vivido largo años en Chile, y ahora vive en Roma con su esposo, el fotógrafo Lorenzo Moscia, y sus tres hijos. Colette es una artista ecléctica, intensa y apasionada. En este lindo artículo comparte sus sentimientos al regresar a su Habana nativa después de mucho tiempo. Leerlo es como estar frente a un cuadro cautivador, amargo y lleno de amor. Gracias Colette! Y gracias a Lorenzo por sus maravillosas fotos.

Habana agosto 2014, me atiende una funcionaria del aeropuerto: -“Te cobro sólo el seguro tuyo y de tu marido, así no les hago tanto “daño” y cumplo con mi deber”. ¡Son 80 €! Luego de casi 7 años regreso a mi tierra natal, con mis 3 hijos y esposo. La aduana no fue un problema a pesar de los 4 empleados que ofrecían insistentemente su “ayuda” con el equipaje, evitando cualquier contratiempo a cambio de una gratificación monetaria. Cosa que por fortuna no aconteció, ya que con antelación tenia muy bien preparada mi automática respuesta: -“No vengo con sobrepeso, casi no traje nada”. Para lo que definitivamente no estaba lista fue al momento del encuentro familiar. La sorpresa fue, que está sólo permitido por una nueva imposición del estado cubano PUERTAS AFUERA del Aeropuerto Internacional José Martí. Los ciudadanos no pasajeros tienen prohibida la entrada temporalmente y la mayoría desconoce la causa. Hay un rumor, siempre un rumor, (en Cuba solo funciona la teoría del rumor) , el cual justifica esta medida por causa de “labores de reparación en curso”. Lo cual desmiento ya que pude corroborar que a la hora de mi arribo no existían tales. Estas mejoras llegaron a termino hace varios meses atrás.

Dejando a un lado lo estresante y agotador que puede ser un aterrizaje en Cuba, finalmente estábamos dentro de esta sin mayores por menores, mas que una tormenta tropical que nos daba la bienvenida.

Y ahí estaba la Habana, con su típica calidez en penumbras. Me sorprendí conmovida al sentir el fuerte olor a benzina y humedad que acompañaban el ansiado reencuentro con mis familiares. Me dio la impresión que atravesando la puerta del José Martí  se deshilachaba el costal donde celosamente ocultaba mi nostalgia. Al ver los rostros emocionados de cada uno de mis seres queridos me percaté lo tanto que extrañaba estar con ellos, lo mucho que necesitaba volver a casa.

Luego de largas charlas , abrazos, vasos de ron,  finalmente se descansa. Por esta vez  con mi esposo decidimos mantener una especie de oasis mental, así que nos hospedamos en un hostal a una cuadra de mi antiguo hogar. Una vecina encontró, como tantos otros cubanos la solución para subsistir y transformó su morada en una práctica residencial. La cual no estaba para nada mal; resulté gratamente desconcertada: aire acondicionado, agua caliente, cambio diario de lencería, sin mencionar el absurdo y conveniente precio.



Tras varios despertares precoces producto del jet lag  decido aprovechar mi inadaptación para anticipar mi excursión por la ciudad. Y resumiendo, a continuación describo lo que mas me impacto en esta odisea.

Al recorrer las calles del Municipio Centro Habana, también parte del casco histórico municipio Jesús María (Habana vieja) no puedo evitar notar ciertos cambios. La Habana se ha dibujado de contradicciones, el aumento de modernas estructuras turísticas se confronta a las viviendas de civiles en precarias condiciones. El panorama es realmente impactante. Entre el olor a fosa y la devastación generalizada resulta inevitable notar el gran parecido con las imágenes que vemos cotidianamente en las noticias sobre el conflicto bélico en el medio oriente. Imágenes de Siria, Libia, Palestina no me resultan tan remotas en ese instante, debo decir que aun me mortifican. Reflexiono: mi Habana es victima de una guerra afónica, una guerra etérea, imperceptible, un conflicto tan impalpable ante el cual organizaciones como Amnistía Internacional y la ONU, resultan completamente insensibles.
Gran parte de laarquitectura típica colonial (ruinas) que tanto adornaban y caracterizan estos barrios tiene hoy claro 2 destinos:

1-Pasar a manos Habaguanex , empresa perteneciente a la Oficina del Historiador de la Habana (Eusebio Leal Spengler) para la restauración integral del Centro Histórico con una finalidad turística  (este seria el destino menos perjudicial)

2- El abandono de dichas construcciones por parte del Instituto Nacional de la vivienda a pesar de que la gran mayoría de estas aún se encuentran habitadas. Estos núcleos familiares son reubicados en nuevas construcciones llamadas “refugios“ cuando sus hogares son declarados inhabitables o simplemente colapsan. Dichos barrios no son más que el reflejo del doble estándar de quienes gobiernan mi hermoso y demacrado país.

Otra contradicción que pude evidenciar fue, que siendo Cuba una nación que se vanagloria de su sistema de salud y que posee un reconocimiento internacional avalado por las organizaciones Mundial y Panamericana de la Salud, también por la ONU. Con índices de salud supuestamente superiores al resto de los de Latinoamérica y el Caribe, e incluso al de Estados Unidos, en el corto transcurso de 20 días llegué al punto de sentirme insegura y preocupada por la integridad personal de mi familia. Al constatar la pandemia de virus desatados en la isla: dengue, cólera, virus intestinales agudos, chikungunya* (los síntomas se parecen a una crisis de paludismo o de dengue). La combinación fatal entre la falta de recursos y tercer verano mas caluroso desde 1951, dieron inevitablemente paso a que Cuba se haya transformado en un colosal caldo de cultivo. Un ejemplo de esto fue cuando un familiar nuestro tuvo que acudir al servicio de urgencia del hóspital más cercano de su zona, con síntomas graves sospechosos. Al confirmar que no se trataba de ninguno de estos brotes antes mencionados, no recibió toda la atención que meritaba, el médico de guardia disculpó su poca disponibilidad con la excusa de que acababa de llegar un autobús atestado por contagiados con el virus dengue. La escala REAL de contaminados en todo el país, es una información a la cual el pueblo no tiene acceso como muchas tantas. Hoy en día la rapidéz en que viajan las noticias a través de la web y de los medios de comunicación, es una realidad que no hallarás en Cuba. El ciudadano común desde su hogar no tiene conexión a internet, sólo a un correo electrónico bajo el dominio “.cu” controlado desde el Gobierno. La información que se transmite en la televisión, periódicos y radio es completamente filtrada por el régimen, con una postura parcial, censurando minuciosamente para que no resulten agredidos ” los principios revolucionarios”.

Objetivamente hablando sobre alguna que otra mejora notoria en la Cuba actual, pienso que probablemente los que mas indicados para hacerlo seríamos los que vivímos desafortunadamente en la isla al momento de la caída del bloque socialista. El llamado “Período Especial” que comenzó en el año 1991 con el colapso de la Unión Soviética. La gran depresión económica que se manifestó, al menos para mi personalmente, es insuperable comparándola a las otras realidades con las que he tenido que lidiar a la hora de retornar a mi tierra. Aún recuerdo la desolación evidente que existía en el famoso lapso denominado por Fidel “Opción cero”. La restricción de hidrocarburos en forma de gasolina, diésel y otros combustibles fue en ahumento. Cuba habia perdido su más importate aliado, ya no nos abastacerian los suministros de la ex URSS. Las calles de la Habana recordaban a un pueblo fantasmal del viejo oeste, la gran mayoría de los negocios estaban clausurados, las vitrinas vacías, el tráfico de lo medios de transporte era casi nulo, la escasez energética se evidenciaba con largas horas de cortes eléctricos, los tan famosos “apagones”. Recuerdo cuando la crisis llegó al momento más crítico, las interrupciones de energía llegaron a alcanzar las 16 horas diarias, divididas por distintas zonas semanalmente . Fue en el año 1996 cuando partí con un pasaje solo de ida rumbo a Chile. Hoy retrocediendo 20 años atrás me consta que no tropiezo con la misma Cuba, pero esto no quiere decir que sea la ideal, menos un modelo ejemplar. En Cuba no se practica la libertad de expresión, la libertad de ideas y los derechos políticos. Continuamente se denuncian arrestos arbitrarios y actos de represión a las manifestaciones políticas. Sí hay cambios, ínfimos, a paso de tortuga, pero cambios al fin y al cabo. Ya no se encuentran clausurados todos los locales comerciales como en la década de los 90, pero los negocios pertenecientes al estado en su mayoría son una burla a la ciudadanía , ya que gran parte de estos funciona con la moneda convertible cubana, es decir con el polémico CUC, y el pueblo recibe su sueldo paradójicamente en pesos cubanos. Me explico 1 CUC es igual apróximadamente a 25 pesos cubanos, una diferencia que a gran escala resulta abismal si tomamos en cuenta que el salario promedio bordea los 400 pesos cubanos, o sea aproximadamente tan sólo la cifra de 16 CUC al mes. El gobierno de Cuba ha anunciado en octubre del 2013 la unificación de sus dos monedas. Hasta el día de hoy eso no ha acontecido.

También es notorio el ahumento de cuentapropistas o trabajadores por cuenta propia, lo que es muy positivo a pesar de que muchas de las personas con quienes tuve la oportunidad de conversar respecto al tema, me aseguraron que no existe una estabilidad para estos emprendedores. A causa de los brutales impuestos muchos de estos están forzados a clausurar sus establecimientos luego de un breve plazo. Entre el 2011 y el 2013 fueron presentados un total de 77 cubanos ante las instancias judiciales por problemas asociados a los pagos al fisco.

Es absurdamente surrealista. La dualidad perenne que existe en Cuba ya es crónica. Tenemos 2 monedas nacionales, pertenecemos a un sistema supuestamente socialista que en realidad no es mas que un híbrido, algo así como un sistema Stalisnista-capitalista. Sumémosle también que el cubano en general se caracteriza  por un doble discurso moral. Lo que justifico porque en mi opinión, somos una especie de sobrevivientes sometidos a un experimento social suspenso por falta de recursos, del cual una notable mayoría padece del Síndrome de Estocolmo. Resulta tragicómico observar las reacciones de mis coterráneos alegres por naturaleza e inocentes por imposición a la hora de conversar sobre alguna nueva medida o de la situación actual en que vive el país. No obstante se puede captar un ligero cambio social, ahora las criticas ya no se susurran. La personas manifiestan su descontento con un tono de voz “normal” y hacen continua alusión llamando “dinosaurios” a los gobernantes del país . Esto lo pude apreciar bastante generalizado. En resumen somos como una cuadrilla de conejillos de indias extrañamente alegres y rítmicos en demasía, con una escasa consciencia política y cívica.

Al realizar este viaje de la mano mi compañero de vida Lorenzo Moscia (fotógrafo) y tener la oportunidad de contemplar Cuba a través de su lente, me percaté de algo en sus fotografías. En cada imagen se percibe al cubano esperando, en distintos escenarios están en espera de algo. Y es precisamente la realidad, no todos pero la mayoría de los habitantes de la isla se mantiene un letargo incesante. En la cola de la bodega, en las paradas, en las aceras, en los parques, en los bares, en las escuelas, en los portales, en los negocios. Esperan la llegada de algún pariente, la partida de otro, esperan que estos les envíen divisas. Esperan una visa, esperan el derrumbe de sus viviendas, esperan que esto no suceda, esperan el regreso de aquel producto perdido, esperan el inicio de alguna actividad que los abstraiga por momentos de su espera.  Esperan la muerte, “una” muerte. En fin , es una especie de intervalo eterno, colectivo e inconsciente. La mala educación de un pueblo conformista y entumecido, incapacitado de despertar por su propios medios del estado de hibernación en el cual lleva mas de 50 años.

En una oportunidad escuche reiteradas veces de la voz de una simpática guía turística de la empresa Havanatur mientras realizaba su labor, lo que parecía más bien una sesión de terapia grupal , repetía:

“Recuerden que nosotros como cubanos tenemos el mismo derecho de los extranjeros. No se avergüencen a la hora de exigir y reclamar como consumidor”. Me da la impresión que esta señora es parte de la minoría que se agotó de la espera. Fue uno de los momentos que más me impresionó en este viaje, un cubano tratando de reeducar y concientizar a un par, de lo que resulta obvio en cualquier otra sociedad del mundo.

Si se trata de momentos memorables e individuos hartos de aguardar, rescato la satisfacción que sentí al poder conocer y conversar en persona con quienes vendrían siendo parte importante del núcleo de Estado de SATS. Para quien desconoce esta organización le explico. Es un proyecto grupal donde el objetivo principal es la participación y debate, ejerciendo las libertades civiles que prácticamente están anuladas en Cuba. “Es un espacio donde diferentes visiones, desde el arte, el pensamiento y el activismo social,confluyen e inciden en el boceto de una Cuba diversa y plural” (citado textualmente del sitio oficial de Estado de SATS). Obvio que estamos hablando concretamente de una parte de la oposición cubana. Lo describo gratamente porque confirmé dialogando con ellos, la lucidez que poseen a la hora de plantear el camino ideal para una futura Cuba. Pero además creo que cada cubano adulto y autosuficiente debe por obligación involucrarse con la realidad actual de Cuba, informarse, empaparse en la fuente, respetar o como mínimo escuchar a los pocos que hoy en día se atreven a sacar la voz en un país donde permanece un régimen totalitario.

Dicho esto aclaro, que el objetivo principal de este viaje para mi fue algo mas allá de la política, las pandemias locales o las condiciones en que se encuentran las edificaciones cubanas. Fueron razones personales, familiares. Reconectarme con mi padre, despedirme de mi anciana abuela. Chocar con la cordialidad del cubano, la desfachatez sana, con aguaceros, con el amor incondicional de los míos, respirar un poco de mi mar. ¡Si, mi mar¡ Motivos que seguramente comparto con tantos otros cubanos, pretexto que interpone un millaje entre mi persona y el auto destierro. Practica que he advertido en tantos paisanos, una especie de harakiri terrenal. ¡No! Yo no puedo hacerlo. No me puedo atribuir el derecho de penalizar a mis hijos, a mi padre, mi familia en general sobreponiendo mis ideales y muchos menos por culpa de las ambiciones del desgobierno de los tan nombrados DINOSAURIOS . ¡No, no es justo! Pero además, no es siquiera ecuánime para los que aspiramos una Cuba mas íntegra quedarnos de brazos cruzados lamiéndonos las heridas en la distancia, sin activarnos y apoyar a los que hoy en día están allá batallando por nuestros derechos básicos. Sé que a muchos de nosotros nos duele Cuba, como también me consta que muchos cerraron por completo todas las puertas, “quemaron todas las naves”. Con mi experiencia no intento convencer que mi opción sea la mas adecuada a la hora de lidiar con nuestro “Karma”. La libertad personal de poder escoger conscientemente, es un privilegio que los cubanos debemos atesorar. El pluralismo es una doctrina la cual aún debemos asimilar, tolerar, perfeccionar, practicar. No obstante me tomo el atrevimiento de cuestionar directamente al exilio cubano:

¿Acaso no estás tú tambien agotado de esta larga espera? Yo, sì.

Colette Rodriguez
Octubre 2014
http://coletterm.blogspot.it/

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