Habla a toda velocidad. Al ritmo de sus ideas, de sus guiones, de sus desafíos. En las próximas semanas saldrá al aire “Dueños del Paraíso”,
la telenovela más ambiciosa escrita por él en Nueva York, contratado por Telemundo en alianza con TVN. Capos del narco, actores de renombre
mundial forman parte del nuevo salto de Illanes, cuyo nombre ya figura entre los grandes del mercado hispanoparlante.
Por: Verónica Foxley / Fotos: Ronny Belmar
Hace dos años, el escritor, periodista y guionista Pablo Illanes recibió una oferta demasiado tentadora: partir a Estados Unidos a trabajar en el guión de la telenovela “Dueños del Paraíso”, una coproducción entre Telemundo y Televisión Nacional. El “acepto” fue inmediato, ya que en la
cabeza de Illanes la idea de vivir en ese país, en la “meca” de los grandes del cine, ha sido siempre un viaje a su propio paraíso. Si bien ya había
vivido algún tiempo ahí, esta vez es diferente y marca un hito en su carrera profesional.
En honor a la verdad, todo lo que pasa por la cabeza de Illanes se convierte en oro. Es una suerte de rey Midas de las buenas historias, de los relatos donde deambulan el poder, la ambición, el amor e incluso el terror. Así ha sido desde los 23 años, cuando hizo su primera teleserie, “Adrenalina”. Luego se sumaron éxitos como “Machos”, “Fuera de control”, “Alguien te mira” y “¿Dónde está Elisa”, entre muchos otros que hoy se transmiten en varios continentes.
De vacaciones en Chile e instalado en un pequeño café en Providencia, Illanes cuenta que en Nueva York, mientras trabaja los guiones, se levanta religiosamente a las 8:15 a escribir. Sólo se detiene a la una, para almorzar, y luego continúa dando vida a nuevos capítulos. En
rigor, escribe tres capítulos por semana, algo así como 160 páginas. Entre medio se hace un tiempo para perderse por las calles de esa
ciudad. Como Illanes es curioso, nada escapa a su radar. Son tantos los estímulos que para bajar las revoluciones hace yoga y pilates.
Hace poco más de un mes terminó “Dueños del Paraíso”, en la que actúan actores chilenos como Jorge Zabaleta, María Elena Swett y
Tiago Correa, y otros de renombre mundial, como Kate del Castillo, la protagonista de la “Reina del Sur”, o Tony Dalton, que es parte
del elenco de “Señor Avila”, serie de HBO. Para escribir esta historia que transcurre en el Chile de los ’70 y en Miami, Illanes se documentó
muchísimo. Narcos, drogas, cocaína y muerte fueron parte del cóctel que llenó su cabeza por meses. Tanto exceso y sangre dejó sus llagas
en el inconsciente del escritor. “Sueño que me pillan traficando cocaína de un aeropuerto a otro, que me disparan en las piernas”, cuenta.
Se ve casi igual que hace 20 años, sólo que hoy se ha mimetizado con el style de Nueva York. Más que un chico que creció en Macul, parece un gringo, pero uno muy estiloso.
–¿De verdad sientes miedo de haber abordado el tema del narcotráfico?
–Sí. Pero, ojo, en este caso “Dueños del Paraíso” es un retrato muy respetuoso de los capos, así es que no creo que me hagan mal. La idea es darle humanidad a los monstruos.
–¿No se genera un riesgo social al humanizar a un capo de la droga?
–El riesgo no está en humanizarlo, sino en glamorizarlo. Ahí sí soy crítico, cuando desde la sociedad se empieza a fomentar la narco cultura.
“Dueños del Paraíso” se grabó en Miami, lo que obligó a Illanes a viajar al menos una semana al mes a esa ciudad. “Es la primera vez que Telemundo toca el tema del narcotráfico en Estados Unidos. Hasta ahora lo había hecho en México y en Colombia. Entonces, los cánones
de verosimilitud son mucho más exigentes”.
–A veces en esas series los americanos se muestran como los “buenos del barrio”. ¿Qué tan así es?
–Para nada. Nunca fueron los buenos del barrio. En el caso de lo que pasó en los ’70 en Miami, había un 90 por ciento de policías corruptos. En
un momento se mataban 18 mil personas al año. Era una verdadera guerra. La morgue no resistía el nivel de cadáveres. Los factores históricos
me acercaron a la investigación. Había mucha bibliografía. Entrevisté a autores de libros de la época. Después, para el área chilena, tuve que
investigar y relacionar lo que pasaba en Miami con lo que ocurría en Chile en dictadura en 1979, que también pasaban cosas muy interesantes
–de las que poco se ha hablado– como la relación del narcotráfico con la dictadura.
–¿Cómo te relacionaste con el tema de la dictadura en Chile?
–Tengo recuerdos más bien nostálgicos. Pero para esta producción tuve que hacer una investigación gigantesca, porque lo único que pedí al aceptar la coproducción fue la posibilidad de hacer algo distinto a lo que ya se había hecho. Yo quise poner la cámara al otro lado, en el lado de la derecha, en la gente que estaba de acuerdo con el golpe, la que estaba protegida por este manto como de seguridad que son los narcos. Y es bien difícil, porque a uno –que viene del otro lado– le cuesta encontrar el tono. Son personas que en el relato no aparecen ni como muy malos ni como buenos, pero al fin y al cabo son monstruos.
–¿Qué tan duro te resulta vivir fuera?
–Es duro. Nueva York es difícil. Yo soy bueno para estar solo, pero ésta es una ciudad muy individualista y competitiva; si no tienes trabajo,
lo más probable es que te vuelvas loco y termines viviendo debajo de un puente. El ocio sin dinero es el infierno. En mi caso, como he tenido tanto
trabajo, pasaba tres semanas en que no hablaba con nadie, ni siquiera por teléfono. Eso me sirvió para poder concentrarme en este proyecto que
es realmente difícil. Igual la gracia de Nueva York es que, a pesar de ser una ciudad terrible a ratos, ofrece también el lado cultural. A pesar de que
ya no es la ciudad de antes, ésta es mucho más mainstream. El jazz, el punk, todo eso ya está muerto. Ahora todo es departamento, trabajo,
dólares, Wall Street. Hay cosas que me gustan mucho de Nueva York, como estar escribiendo una escena y de repente mirar el diario y ver que
están dando “Scarface” en el MOMA, en copia de 35 mm, a las 2 de la tarde.
EL MANEJO DEL ÉXITO
Mientras trabajaba en el guión de “Dueños del Paraíso”, Illanes asumió un nuevo reto. Reconstruir su tercera novela, “Los amantes caníbales”,
que tenía casi lista (llevaba 500 páginas) hace unos años y que, por un error de la computadora, perdió. Tanta fue la frustración que decidió olvidarla, hasta ahora que la reescribió y que editará Planeta.
–Fuiste un joven de clase media, a los 23 años ya eras el guionista de una teleserie híper exitosa. Hoy, con 40, eres como el molde del éxito. ¿Cómo manejas el ego?
–Me ha costado muchísimo.
–¿Te mareaste en algún momento?
–No me ha pasado. La única vez que me sentí un poco así, tal vez, fue cuando hice “Adrenalina”, mi primera teleserie. En ese momento –tenía 23
años– por un breve lapso sentí que se me estaba quemando la cabeza no con el tema del ego, sino con el tema de la intrascendencia. Andaba
preocupado del rating. Afortunadamente, en mi familia me enseñaron ciertos tips de conducta que no sólo me han servido para enfrentar el
tema del ego, sino también la relación con el dinero y la adulación.
–¿Y cómo te manejas con el dinero?
–Soy un desastre. Soy muy malo para los contratos. Sólo sirvo para escribir.
–¿A qué le tienes miedo hoy?
–A medida que avanza el tiempo, se van agregando miedos nuevos y se van suprimiendo otros. Le tengo miedo a comprometerme más allá de lo que puedo cumplir.
–¿En lo personal o laboral?
–En todos los sentidos: amoroso, laboral, espiritual. Ya no le tengo miedo al fracaso, ni a envejecer. El tiempo tiene su sentido. Los temas y las inseguridades que uno tiene a los 23 son mucho más desesperantes.
–¿Cuál es tu lado más frágil?
–Me molesta la traición. No la perdono. Soy bien rencoroso.
–¿Qué queda de ese Pablo niño, en Macul?
–Queda muchísimo. Nunca he dejado de deslumbrarme con las cosas. Eso sigue intacto. Cuando uno deja de asombrarse, algo se muere.
–¿Cómo ves la discusión sobre el matrimonio igualitario y la posibilidad de adoptar?
–Es una discusión bastante estéril. Es un proceso natural. Por mucha oposición que exista, no hay muchos factores que poner sobre la mesa.
En Nueva York tengo amigos homosexuales o lesbianas que son padres. Las experiencias de familia han ido cambiando con el tiempo. Por eso, me molesta cuando se habla –sobre todo en la derecha y en la UDI– de una familia “Baby on Board”, con un papá y mamá, a la cual respeto
y aplaudo, pero también existe la abuela que vive con su nieta, la pareja de lesbianas que vive hasta los 75 años escondida, las madres solteras…
–¿Te gustaría ser padre?
–Me encantaría. He investigado cómo hacerlo. En Estados Unidos es algo que se conversa mucho. No es como acá.
–¿Cuál es tu próximo paso?
–Escribir en inglés. Ya estoy empezando. Mi idea es ser bilingüe. Para eso, leo mucho guión en inglés.
–¿Te interesa la política?
–Muchísimo. Me interesa mucho la metamorfosis que está viviendo Chile en este último año.
–Como guionista, ¿cómo ves lo que está ocurriendo en Chile hoy?
–Es un tiempo de cambios radicales. Hay una decepción absoluta con las instituciones, una insatisfacción sobre quienes nos gobiernan independiente de los colores políticos. Vine a Chile en enero y la sensación era muy distinta. Ahora hay algo que está en el aire que es como un terror social a que ocurra algo terrible y que al final nos comparen con Venezuela o Argentina. La mitad de eso es paranoia y la otra mitad puede
ser verdad. Pero, visto desde afuera, Chile sigue funcionando como una especie de fundo donde cinco señores de la querencia tienen las riendas y el resto se queja. //@revistacosas
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