2014-10-27

Es una de las pocas cantantes chilenas reconocidas en el extranjero. Con un discurso de una sola línea, reconociéndose sin pudores como lesbiana y una carrera internacional en ascenso, Javiera mena recién le toma el peso a sus logros después de varios años de trabajo. aunque todavía no se cree el cuento.

Por: Valentina Espinoza / Arte: Carlos Diez Diez/ Fotos: Javiera Bernal Belchi / Maquillaje y pelo: Carlos Diez Diez

Después de tres meses viviendo en España, Javiera Mena regresó a Chile a pasar la primavera y el verano. Quiere recorrer el país y mostrar lo que mejor sabe hacer: música. Esa misma que la ha llevado a tener un éxito enorme en mercados tan importantes como el mexicano, e incluso el japonés. El sitio español Cromosoma X la describió como “lo mejor que ha dado Chile desde Violeta Parra y el pan con palta” y el diario El Clarín la nombró la “Amazona del pop global”. Ella escucha, lee y se ríe. Sabe que lo que está haciendo afuera es tremendo, pero no se obnubila, porque solamente está haciendo lo que le apasiona. El resto viene por añadidura.

Javier Mena Carrasco (31) nació en Santiago en un matrimonio con padres jóvenes a quienes siempre vio como adolescentes eternos. Tuvo una formación conservadora y estudió en un colegio de monjas, pero dice que su familia era todo menos tradicional. “Me crié con María, Jesús y todo eso, y fue súper bonito. Me gustó mucho, pero siempre tuve la inquietud de cuestionarme las cosas”, explica. Cuando niña vivió en la casa de su abuelo, un doctor muy culto, fanático de los libros y de los discos. En su casa siempre hubo música e instrumentos, pese a que nadie los tocaba de manera profesional. Pero lo que marcaría a Javiera sería la llegada de un computador a su casa, en esa época en que aún era difícil conseguirlos. Era un Compaq Presario con Internet, de ésos que se conectaban a la línea telefónica. Ni siquiera sabe por qué lo tenían, pero está segura de que tiene que haber sido por alguna promoción en una multitienda. “Ahí empecé

a meterme a chats de música y a hablar con gente de otros países que tenían las mismas inquietudes que yo. También bajé un programador

que era como una máquina de síntesis análoga, y empecé solita”, cuenta.

Tras años de experimentación, Javiera fue perfeccionando su técnica, y su inquietud innata por el sonido fue aumentando. Cantaba y componía, siempre inspirada en la electrónica de Aphex Twin, Chemical Brothers y Prodigy. Se formó escuchando música de los ’80 y ’90, décadas que se ven claramente reflejadas en su trabajo. “Me crié con Michael Jackson, con los discos antiguos de Madonna, Los Prisioneros… entonces, claro, al momento de componer naturalmente salen los sonidos y arreglos que están en mi memoria desde niña”, explica. Sumado a estas melodías, comenzaron a aparecer las temáticas relacionadas con la edad.

El romanticismo, los amores complejos y el descubrimiento de una sexualidad diferente.



–Uno de los grandes motores de tu música es el amor…

–Sí, es una motivación muy grande. La primera vez que me enamoré fue una revolución en mi vida.

–¿Qué edad tenías?

–Fue como a los 16. El primer amor a esa edad es bien terrible. Me marcó muchísimo, porque mi vida hasta ese momento era bastante tranquila, y eso provocó un terremoto que me hizo cuestionar muchas cosas.

–¿Y cómo lo manejaste?

–Sentí la necesidad de depositarlo en algo –que fueron mis canciones– y después fue fluyendo solo. Es un sentimiento muy trascendental

para todas las personas. También he ido derivando a otras formas de amor, como el amor a la vida, al mundo, a la tierra, a las estrellas… Esa es otra forma de amar, una que incluye preguntas y cuestionamientos.

–¿Por qué tomaste la decisión de asumirte lesbiana desde el principio?

–La verdad es que no fue tema. Como mis papás siempre supieron, nunca estuve dentro del clóset. No fue un conflicto. De hecho, lo asumí así desde la primera entrevista que me hicieron donde me preguntaron: “¿Estás pololeando?, ¿cómo se llama él?”, y yo dije: “No se llama él, se llama ella”. ¡Para qué iba a mentir! No tenía nada que perder. También pensé que sería la primera en reconocerlo. ¿Qué mujer conocida lo dice abiertamente?

–Muy pocas…

–Todavía hay lesbianas de mi generación que no se aceptan, entonces dije: “Ok, lo voy a hacer porque me interesa aportar a la apertura de nuestro país, que siempre me ha enojado que sea tan conservador en ese sentido”. Está bien que existan grupos más tradicionales, pero ésta es una respuesta que muchas mujeres están callando, y yo no iba a ser una de ellas.

–¿Te has sentido discriminada?

–Sí, obvio. Al principio creía que no, pero de inocente. De a poco me he ido dando cuenta de que se me han cerrado puertas por ser diferente y por no cumplir con el estereotipo de la cantante hétero súper femenina.

–Alguna vez dijiste que lo que tú hacías era “pop queer”…

–(Se ríe). Una vez salió en una revista estadounidense que mi vídeo “Espada” era el vídeo más “queer” de la historia de la música, y me llamó mucho la atención. El pop queer es un pop súper gay y, si ves mi vídeo, te das cuenta de que ¡es así!

–Pero tu comunicación es más bien simbólica. Tus vídeos transmiten códigos más que algo explícito…

–Claro, pero salgo con chicas, mirando a otras chicas… Igual soy un poco exhibicionista, pero lo mío es una sensualidad con otra mirada. Es sabido que a mí me gustan las mujeres, aunque no es algo contestatario. Uno está acostumbrado a percibir a los gays en forma de protesta, pero no es mi caso. La otra vez una periodista colombiana me habló del término “post gay”, que apunta a ver la homosexualidad como algo que existe y que hay que interiorizarlo. Así la veo yo.

“SOY GITANA”

–¿Vives hoy de tu música?

–Sí, cien por ciento. La música está presente en mi vida desde que me levanto. Trabajo en ella todo el día, incluso los sábados y domingos. La verdad es que nunca me había trazado un camino, recién ahora estoy trabajando con metas fijas. Pero siempre supe que quería que mi trabajo se escuchara en otros países.

–¿Qué tiene tu propuesta que resulta tan exportable?

–Siempre he sido muy obsesiva con escuchar mucha música, analizarla y estar muy atenta a lo que está pasando. Eso hace que, al momento de entregar un producto nuevo, funcione en todas partes. Mi propuesta también está nutrida de música anglo y sonidos latinoamericanos.

Y eso se valora porque el resultado final es algo único.

–¿Cómo dirías que ha sido este camino al éxito?

–He llevado una vida austera en pro de ser más gitana. Pienso que, si me hubiese quedado en Chile, quizás ahora tendría una casa y un auto, y no tengo nada de eso, pero sí soy dueña de una carrera internacional porque no he tenido miedo a moverme.

–¿Desde cuándo tienes este espíritu nómada?

–¡Desde siempre! Es algo que me fascina. Al principio viajaba por cosas puntuales, hasta que se me fue dando la oportunidad de irme quedando períodos más largos. La gente se imagina que un artista conocido vive en grandes hoteles y esas cosas, pero para mí esto ha sido un trabajo de darle, darle y darle.

–¿Hay algún lugar donde te sientas más cómoda?

–Todos tienen sus pro y sus contras. España me acomoda mucho porque es un país donde hay mucha protección a los ciudadanos. Lo mismo con el tema de ser gay, están mucho más abiertos. México también es increíble, pero los narcos son los dueños del país y hay que andar con mucho cuidado. Chile es mi patria y aquí tengo todo, pero aún faltan cosas. Aunque a nivel cultural ha tenido un crecimiento explosivo. Ese es un cambio que me gusta mucho.

–¿Tienes alguna visión sobre la política?

–Yo tengo mi propia política. Sobre los partidos y todo eso también tengo una opinión, pero cambia todos los días. Por eso mi política es personal. Siento que mi música es una forma de política sin protesta. Creo que con mis videos y con decir abiertamente quién soy, formo parte de una opción política que defiende otro tipo de derechos: ser mujer, pararme empoderada en un escenario y representar a las sin voz. El otro día leí una entrevista de Hayao Miyazaki donde decía que lo más político que había hecho era que todas sus películas fueran protagonizadas por mujeres. Y tiene toda la razón. La figura femenina está relacionada con la falta de poder.

–Y tú, ¿la has sentido?

–Cuando voy a España me doy cuenta de que allá la mujer tiene mucho más poder que en Chile, donde todavía somos un poco retrógrados. Mi política es el empoderamiento de la mujer y la visibilidad homosexual. Creo que ésos son los dos grandes temas con que hemos cargado primero, como homosexuales –que es una cruz desde hace miles de años– y también como mujeres. Son las injusticias más fuertes que existen en la historia de la humanidad. SIN NEUROSIS

–Una vez bajo el escenario, ¿te cuesta darte el tiempo para ti?

–Más que costarme, tuve que hacer algunos cambios en mi vida para poder tener estos espacios. Por ejemplo, dejé de salir. Fui una adolescente que salió mucho, y eso me nutrió bastante, pero en este momento estoy muy dedicada a mi carrera y simplemente no puedo. También me obligo a meditar temprano en las mañanas.

–¿Tienes algún cable a tierra?

–Almorzar con mi familia los fines de semana es sagrado. Esa imagen de que al cantante pop sólo le importa eso y nada más, creo que es muy neurótica, y la neurosis es el mayor enemigo de tu carrera. Hay que estar relajado para rendir bien y tomar buenas decisiones. La vida familiar y un buen descanso van de la mano de una carrera sin neurosis.

–¿Qué sientes cuando lees en la prensa internacional reconocimientos a tu trabajo?

–El otro día un chico español me decía: “¿Te das cuenta de lo que eres? En España lo único de música chilena que se conoce es Víctor Jara y tú, nada más”. Y ahí fue como ¡Wow, no me había puesto a pensar en eso! Y claro, entrar al mercado español es súper difícil. Yo lo hice desde un lugar súper indie, por el puro boca a boca. Todo esto ha servido para que mi producto tenga un toque más universal. Me visto con diseñadores españoles –también chilenos–, pero tengo muchos colores y matices provenientes de distintos lados. Por eso hablo de la cosa gitana…

–Carlos Diez Diez es tu diseñador de cabecera, pero también son muy amigos…

–Uf, es uno de mis grandes consejeros. Lo conocí de casualidad hace algunos años cuando llegué a Madrid con la maleta perdida y sin ropa para tocar. Apenas vi su trabajo fue amor a primera vista. De ahí nos dimos cuenta de que los dos éramos Géminis y que habíamos nacido el mismo día. En España hasta nos han hecho reportajes juntos, se nos relaciona mucho. Y esta unión se ve reflejada en mi nuevo disco donde él hizo toda la dirección de arte.

UNA NUEVA ERA

El tercer disco de Javiera Mena, “Otra era”, estuvo en etapa de pre y post producción por un buen tiempo. Recién a fines de este mes verá la luz, pero ya se conocen sus tres primeros singles: “Espada”, “La joya” y “Otra era”. Javiera dice que la elección del nombre tardó porque no lo tenía muy claro, sólo sabía que quería algo sublime, “y hablar de ‘Otra era’ es casi new age”, dice.

–¿Y qué significa esta “Otra era” para ti?

–Tiene mucho que ver con darle la bienvenida a lo nuevo. Es como el deseo del futuro, de algo mejor, de una fantasía. Por ejemplo, hay otra canción que se llama “Los olores de tu alma”, que habla de la imagen de un guerrero… Diría que ese el hilo conductor del disco. Partió con este guerrero que tenía una “Espada”, que dio la batalla y ganó una “Joya” y ahora se desplaza hacia “Otra Era”.

–¿Fue un proceso pensado o se fue dando solo?

–Se fue armando de casualidad, pero siempre tuve en la cabeza la imagen de un guerrero viajero en búsqueda de cosas. De un conquistador que va realizando fantasías a través de las canciones.

–En términos profesionales, ¿cómo te marca este nuevo disco?

–Siento que por fin he podido concentrarme en mi carrera, porque soy muy volátil. Me muevo mucho en las ideas, en la creación y me ha costado ser ejecutiva. Estoy intentando mantenerme enfocada, leer bien los contratos, responder a tiempo los emails… Hasta empecé a hacer ejercicios de fracciones matemáticas para estar más “ahí”.

–También hubo un cambio de imagen, ¿qué te interesaba proyectar?

–Fue un cambio bien grande porque venía desde hace tiempo con el pelo largo hacia el lado, bien latina. Revisando algunas fotos antiguas con Carlos Diez Diez, él me animó a volver a la misma chasquilla que tuve al principio de mi carrera, pero esta vez en una versión más dura, bien de guerrera. Incluso es un estilo medio animé. A veces me pinto, me miro al espejo y me encuentro cara de japonesa. Ahora me gusta un montón, ¡con chasquilla hasta morir!

La entrada JAVIERA MENA “A MÍ ME GUSTAN LAS MUJERES” aparece primero en Revista Cosas.com.

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