2015-04-24



Jornada de trabajo en El Rodeo. Foto Herbert Reyes.

“Cuando mirabas, allá, en el año 1985, la loma parecía un desierto”, dice muy pausado Higinio García, miembro de la Asociación de Desarrollo Empresarial Comunitaria El Rodeo (ADECRO), en la Región Oriente de Guatemala, señalando en dirección a lo que ahora es un bosque verde y vivo.

Durante más de tres décadas, los pobladores de la comunidad El Rodeo, conformada por descendientes de uno de los grupos indígenas Maya, los Chortí, han trabajado colectivamente para devolver el bosque a la vida y aprovechar sus beneficios, tal como lo hicieran sus ancestros.

Y para ello tuvieron que conformar la asociación civil ADECRO, una forma jurídica que les permitió intervenir el bosque para reforestarlo y conservarlo.

Según explica la especialista en tenencia forestal de CIFOR, Iliana Monterroso, las comunidades indígenas de Guatemala no cuentan con reconocimiento de sus derechos consuetudinarios: “La figura jurídica de comunidad indígena no existe en Guatemala y, por ende, los pueblos indígenas  deben recurrir a otras formas de reconocimiento legal ajenas a su identidad, como cooperativas, asociaciones o sociedades civiles”, indica.

Un día, con el apoyo de distintas instituciones, la comunidad se organizó para limpiar, reforestar, cuidar y proteger, día y noche, cumpliendo así un gran anhelo: recuperar su bosque. Han pasado 35 años y los pobladores de El Rodeo han alcanzado su objetivo: donde había tierra seca, hoy se levanta un bosque vivo.

DE CORAZÓN

“Durante todo estos años hemos sembrado, organizado rondas cortafuegos, luchado contra los incendios y protegido el bosque de quienes han querido tomar posesión de él sin ser parte de la comunidad”, explica Elmar Díaz, también socio de ADECRO.

Díaz, que junto a sus padres formó parte de las actividades de reforestación desde niño, como muchas familias de El Rodeo, resalta que al no haber incentivos forestales, la motivación de esta comunidad ha sido noble: “hemos trabajado sin un pago, sin salario, sólo de corazón porque sabemos que el bosque es importante y porque podemos servir de ejemplo a otras comunidades”.

Mariano García, otro socio de ADECRO, reafirma la posición de la comunidad “queremos que el bosque siga viviendo. Nosotros tal vez vamos a desaparecer,  pero el bosque va a vivir por más tiempo”.

Y la comunidad coincide en su protección como prioridad. Según la investigación de Lilian Marquez Barrientos: “The effect of institutions on Guatemalan forests: conceptual, methodological and practical implications”, el esfuerzo de El Rodeo se ha enfocado en la conservación del bosque, estableciendo un sistema en el que los recursos comunes no pueden ser usados con fines comerciales, pero sí para apoyar a los miembros de la comunidad en casos específicos.



Bosque de la comunidad El Rodeo en la actualidad. Foto Herbert Reyes.

PARA LAS FUTURAS GENERACIONES

“Cuesta, pero vale la pena”, dice Anita Oloroso, otro miembro de ADECRO.  “El bosque es un lujo, no solo para nosotros, sino que quedará para nuestros hijos.  Ahora respiramos aire más puro, y donde hay bosque, también tiene que haber más agua”, añade.

Las normas de la comunidad protegen el bosque pero establecen ciertos beneficios para quienes lo han cuidado en el tiempo. Por ejemplo, ante una situación de emergencia, los miembros de la comunidad pueden solicitar autorización para talar un árbol y así cubrir una necesidad imprevista. También se aplica un beneficio para las nuevas familias que se forman dentro de la comunidad y necesitan construir una vivienda por primera vez. A ellos, también se les brinda la facilidad de talar árboles para la construcción de su primer hogar.

LA SATISFACCIÓN DE CONSERVAR

Según el estudio de Lilian Márquez, los beneficios que la comunidad percibe también incluyen el orgullo de ser parte de un esfuerzo de protección de los bosques, y de las acciones orientadas a garantizar que el recurso esté disponible para las futuras generaciones.

“Yo me siento contenta, orgullosa, todos aquí estamos felices de ver ahora el bosque reverdecido”, afirma Eusebia Perez, también miembro de la comunidad que ha trabajado durante décadas en el bosque.

“A veces nos desvelamos por cuidar que en la noche no se prenda fuego al bosque, pero como comunidad, todos juntos, se defiende”, dice Anita Oloroso sobre las acciones comunales que se ejecutan en la meta de la conservación.

Según Victor López Illescas, Director Ejecutivo de la Asociación de Forestería Comunitaria de Guatemala Ut’z Che’,  el ejemplo de El Rodeo es destacable: “Estamos ante una comunidad que durante décadas ha luchado, poniendo en riesgo su vida, para proteger sus bosques, sus reservas de agua, en forma comunitaria, respetando sus necesidades e intereses diversos”.

Por ello, cada uno de los miembros de ADECRO en la comunidad El Rodeo representa un ejemplo de Guardianes del Bosque. Fue su esfuerzo constante, inspirado en el bienestar común y en un mejor futuro para las próximas generaciones, el que trajo de vuelta a la vida al bosque.

La historia y fotos de El Rodeo llegan a nosotros gracias al aporte de Victor López Illescas y Herbert Reyes, de la Asociación de Forestería Comunitaria de Guatemala Ut’z Che’.

Buscando a los Guardianes del Bosque es una campaña de CIFOR Latinoamérica por el Día Internacional de los Bosques 2015.

Show more